Muy corto ha sido el per¨ªodo de gloria y de prosperidad de Israel. El reino de David, Reino de Dios entre los hijos de Israel, ha pasado a ser una naci¨®n pequeña, en nada diferente de las dem¨¢s naciones pequeñas que en ese tiempo tratan de sobrevivir entre sus poderosos vecinos. Israel hab¨ªa cre¨ªdo en su propia misi¨®n mientras la suerte lo favorec¨ªa. Cuando se comprob¨® que ya no podr¨ªa dominar a los dem¨¢s pueblos, perdi¨® el sentido de su propia identidad y se puso a vivir como los dem¨¢s.
Israel sabe, porque tiene libros, y porque los ancianos se lo cuentan a sus hijos, que Yav¨¦, su Dios, es el Dios de los dioses; los israelitas suben a Jerusal¨¦n para ofrecer sacrificios, y siguen las costumbres religiosas de sus mayores. En realidad, como Isa¨ªas se lo echar¨¢ en cara, «todo esto no es m¨¢s que mandatos de hombres, religi¨®n aprendida que no brota del coraz¨®n». Las procesiones son concurridas, y el clero, poderoso, pero detr¨¢s de esa fachada, ninguna vida, y bastar¨ªa con la hostilidad del poder para echar abajo la religi¨®n oficial (2 R 21).
Es porque la fe no tiene fuerza si no se apoya en una experiencia de Dios. Y si no hemos hecho esta experiencia, si el conjunto de los fieles no la hubiera hecho, si uno se contenta con repetirles las experiencias religiosas de sus mayores, todo muere poco a poco.
Isa¨ªas fue, en aquel tiempo, el hombre que hizo nuevamente esta experiencia y encontr¨® a Dios vivo. Este joven de noble familia, que «hab¨ªa visto a Yav¨¦» (c.6), habl¨® sin cesar en nombre del Dios presente en Israel y al que Israel desconoc¨ªa.
¿Qu¨¦ encontramos en los poemas que siguen?
¡ª Los ecos de un per¨ªodo de angustia. La pequeña naci¨®n de Jud¨¢ est¨¢ apretada entre dos grandes naciones, Asur y Egipto, y los pol¨ªticos se preguntan por cu¨¢l de las dos hay que dejarse devorar. Isa¨ªas contesta: «Busquen primeramente el Reino de Dios y procuren establecer su justicia entre ustedes. Y ¨¦l les har¨¢ m¨¢s fuertes que los pode rosos.»
¡ª Una lucha perseverante para despertar la fe de hombres sin horizontes. Hay mucha religi¨®n exterior, pero muy poca responsabilidad, muy poco cariño a Dios, poca inquietud por hacer su voluntad. Isa¨ªas repetir¨¢: «Crean en ¨¦l, ¨¦l es Santo, ¨¦l est¨¢ aqu¨ª entre ustedes, y si no se hacen firmes apoy¨¢ndose en ¨¦l, los aplastar¨¢.»
¡ª Las promesas de Dios a los reyes descendientes de David. En realidad, sean buenos o malos, son hombres bien mediocres para ser depositarios de promesas tan trascendentales. Isa¨ªas, sin embargo, afirmar¨¢ en las horas m¨¢s sombr¨ªas que Yav¨¦ ha escogido a Jerusal¨¦n y a David su rey. De ¨¦l nacer¨¢ Cristo, rey de la Paz.
Algunos datos sobre los años en que vivi¨® Isa¨ªas
A partir del año 740 despierta en el norte la naci¨®n de Asur y empieza sus conquistas. Todos los pueblos del Medio Oriente se asustan y tratan de resistir, animados por el otro grande, Egipto. En este conflicto desaparecer¨¢ Israel del Norte; Samaria, su capital, ser¨¢ tomada y su poblaci¨®n desterrada en el 720.
En el año 736, Israel del Norte y sus vecinos de Aram tratan de obligar al reino de Jud¨¢ a que se una a ellos contra Asur. Entonces Ajaz, rey de Jerusal¨¦n, a pesar de las advertencias de Isa¨ªas, llama a los ej¨¦rcitos de Asur. Estos destruyen a Israel y a Aram, pero tambi¨¦n saquean el pa¨ªs de Jud¨¢.
En los años 701-691, Senaquerib, rey de Asur, viene a someter a Jud¨¢. El rey Eze qu¨ªas, animado por Isa¨ªas, le resiste, y sucede la c¨¦lebre liberaci¨®n milagrosa de Jerusal¨¦n.
El Libro de Isa¨ªas
El libro de Isa¨ªas y de sus disc¨ªpulos (ver p¨¢rrafo siguiente) es el m¨¢s importante de los libros prof¨¦ticos, que recordar¨¢n y citar¨¢n constantemente Jes¨²s y sus ap¨®stoles.
Las palabras de Isa¨ªas est¨¢n contenidas en los cap¨ªtulos 1-39 del libro que lleva su nombre. La segunda parte del libro, o sea, los cap¨ªtulos 40-66, re¨²ne las palabras de otros profetas que escribieron siglo y medio m¨¢s tarde.
La primera parte se puede dividir en cinco secciones:
¡ª Cap¨ªtulos 1-6, los grandes temas de la predicaci¨®n de Isa¨ªas.
¡ª Cap¨ªtulos 7-12, la crisis del año 736.
¡ª Cap¨ªtulos 13-23, profec¨ªas contra las naciones paganas.
¡ª Cap¨ªtulos 24-36, textos varios.
¡ª Cap¨ªtulos 37-39, la crisis de los años 701-691.
Para la segunda parte del libro de Isa¨ªas y los poemas del Servidor de Yav¨¦ (cc. 40-55) v¨¦ase la Introducci¨®n en la p¨¢gina 695.
Para la tercera parte del libro de Isa¨ªas (cc. 56-66), v¨¦ase la Introducci¨®n en la p¨¢g. 724.