Desde finales del siglo primero o comienzos del segundo despu¨¦s de Cristo, existen textos que afirman que el segundo Evangelio es obra de Marcos, quien acompañ¨® a Pedro a Roma, donde tambi¨¦n se encontr¨® con Pablo, y que puso por escrito con fidelidad la enseñanza de Pedro.
El lector que compare este evangelio con los de Mateo y de Lucas quedar¨¢ extrañado de no encontrar nada sobre el nacimiento de Jes¨²s y sobre los años vividos en Nazaret. Y si lee el comentario de Mc 16,9, se sorprender¨¢ al ver que el texto primitivo de Marcos se deten¨ªa en el descubrimiento de la tumba vac¨ªa. En otras palabras, recibir¨¢ la impresi¨®n de que el evangelio de Marcos est¨¢ amputado de su comienzo y de su final normal.
Y sin embargo tiene sus razones. Marcos dio a su Evangelio los mismos l¨ªmites que los ap¨®stoles hab¨ªan asignado a la catequesis primitiva. Los ap¨®stoles no se propon¨ªan dar todo lo que los creyentes quer¨ªan saber, sino que quer¨ªan transmitir lo esencial de lo que Jes¨²s hab¨ªa dicho y hecho (He 1,21-22).
Con toda probabilidad Marcos trat¨® de armonizar dos documentos paralelos en hebreo o en arameo, que hab¨ªan traducido al griego la catequesis primitiva, insertando adem¨¢s detalles que recordaba de la predicaci¨®n de Pedro. Debe haber publicado su Evangelio despu¨¦s de Mateo y Lucas, en los años 65-68
El Evangelio de Marcos comprende dos partes, y cada una comienza con una manifestaci¨®n divina: en la primera es la palabra divina con ocasi¨®n del Bautismo de Jes¨²s por Juan, y en la segunda la Transfiguraci¨®n. La primera parte del Evangelio se desarrolla en Galilea, la provincia de Jes¨²s; la segunda en Judea y en Jerusal¨¦n, el coraz¨®n de la naci¨®n jud¨ªa. La primera parte muestra la novedad de Jes¨²s, el impacto de su enseñanza sobre las multitudes. Pero luego viene la desilusi¨®n, y es la segunda parte. Jes¨²s se niega a ser lo que la gente quer¨ªa que fuera, y la muchedumbre ya no lo sigue. Y para terminar, su muerte en la cruz, que parece enterrar toda su misi¨®n.
Cuando Jes¨²s muere, el oficial romano reconoce que el crucificado era el Hijo de Dios (Mc 15,39). Marcos no va m¨¢s all¨¢ y deja el lugar al evangelizador que dar¨¢ su testimonio sobre la Resurrecci¨®n y que proclamar¨¢ a Cristo Salvador a partir del esc¨¢ndalo de la cruz.