Este librito fue puesto bajo el nombre de Baruc, el ¡°secretario¡± del rey Joaquim, que se hizo disc¨ªpulo y secretario del profeta Jerem¨ªas (Jer 36; 45,1). De hecho es una obra tard¨ªa, compuesta probablemente un siglo antes de nuestra era, en la que se han reunido algunas piezas dirigidas a los jud¨ªos dispersos fuera de Palestina. Ver al respecto la introducci¨®n a Tob¨ªas, p.1093.
El primer punto sobre el que hab¨ªa que insistir era su condici¨®n de extranjeros: no deb¨ªan acostumbrarse ni dejarse asimilar. Por eso se les pone aqu¨ª oraciones de los jud¨ªos deportados a Babilonia seis siglos antes: ellos tambi¨¦n ser¨¢n espiritualmente exiliados.
Una primera parte (1,1¡ª3,8) es una oraci¨®n de penitencia. Sostiene que las tragedias del pasado fueron consecuencia de las faltas a la Ley y pide a Dios que mantenga las promesas hechas a su pueblo: al final, lo reunir¨¢.
Una segunda parte trae dos poemas. El primero (3,9¡ª4,4) se inspira en los textos de Job 38, Pro 8,20-36 y Sir 24,23. Es un llamado a escuchar la Ley, la ¨²nica revelaci¨®n de la sabidur¨ªa divina. El segundo (4,5¡ª5,9) traza el camino que Dios ofrece a su pueblo exiliado en tierra extranjera. Despu¨¦s de haber sido despreciado, ver¨¢ el castigo de sus enemigos, y Jerusal¨¦n ser¨¢ la luz de las naciones. Aqu¨ª se copian textos de Is 60-62.
El libro de Baruc existe s¨®lo en griego. En la Biblia de los Setenta no comprende m¨¢s que estas dos primeras partes, pero va seguido por una ¡°Carta de Jerem¨ªas¡± que estaba dirigida a los mismos lectores y que las Biblias cat¨®licas han incluido com¨²nmente en el libro de Baruc del cual forma el cap¨ªtulo 6.