Nehem¨ªas Introducci¨®n
El Juda¨ªsmo
Esdras y las Cr¨®nicas
La deportaci¨®n a Babilonia de las elites del pueblo de Jud¨¢, en los años 606 y 587, puso fin a la naci¨®n de Israel en la tierra de Palestina. La mayor parte de ese pueblo, las tribus del norte: Efra¨ªm, Manas¨¦s y las otras menos importantes, hab¨ªan ya dejado de existir como ¡°reino de Israel¡± despu¨¦s de las deportaciones asirias de los años 634 y 621.
Cuando el persa Ciro se apoder¨® de Babilonia, su edicto del año 538 invit¨® a los deportados de Jud¨¢ a reconstruir, no ya su reino, sino una provincia persa de Jerusal¨¦n. Pero nada parecido ocurre con las tribus del norte. Estas nunca pudieron imponer su cultura y su religi¨®n a los cananeos y a los nuevos inmigrantes con los cuales se hab¨ªan mezclado (2Re 17,24-34).
La historia de Israel en Palestina ser¨¢ en adelante la de la provincia de Jud¨¢, y de la palabra Judeo se deriv¨® la palabra Jud¨ªo. La comunidad religiosa y cultural que va a nacer y desarrollarse, ser¨¢ conocida por la historia como el Juda¨ªsmo.
Las Cr¨®nicas y los libros de Esdras son los testimonios de la formaci¨®n del Juda¨ªsmo. Estos libros, que s¨®lo entraron muy tard¨ªamente a la Biblia hebrea, son inseparables.
Esdras y Nehem¨ªas
No es f¨¢cil discernir lo que corresponde a cada uno de estos dos hombres. Adem¨¢s de las otras razones que pudieron inducir al autor a mezclar la obra de los dos, se dej¨® engañar por el hecho de que sus documentos mencionaban en diversos lugares al rey Artajerjes (Esd 4; 7; 8,1; Ne 1; 2; 5; 13...) como si hubiera sido uno solo. Ahora bien, hubo dos reyes con ese nombre: Artajerjes I que rein¨® de 465 a 423, y Artajerjes II, de 404 a 358.
Lo m¨¢s probable es que Nehem¨ªas haya llegado a Jerusal¨¦n el 445 y que volvi¨® donde el rey el 433. Luego regres¨® para una segunda misi¨®n en una ¨¦poca no determinada. Tal vez ya no estuviera cuando rein¨® Dar¨ªo II (423-404). Y fue s¨®lo el s¨¦ptimo año de Artajerjes II (Esd 7,8), o sea el 398, cuando Esdras lleg¨® a Jerusal¨¦n.
Las etapas de la reconstrucci¨®n de un pueblo
El decreto de Ciro del 538 fue un signo de su benevolencia con las diferentes culturas y religiones de los pueblos que hab¨ªa reunido en su inmenso imperio. Pero hab¨ªa tambi¨¦n intenciones pol¨ªticas. Sea como fuere, no se equivoc¨® al confiar en los jud¨ªos. Los jud¨ªos que hab¨ªan ya emigrado a muchas regiones del Medio Oriente hab¨ªan adquirido la fama de personas m¨¢s confiables. La reconstrucci¨®n del pueblo de Dios ser¨¢, pues, tanto fruto de la pedagog¨ªa de Dios en los siglos anteriores como producto de las circunstancias que Dios hab¨ªa previsto en la historia mundial.
Zorobabel
Una primera ola de deportados regresa al pa¨ªs de Jud¨¢ y se esfuerza por abrirse un espacio all¨ª donde otros han ocupado los espacios abandonados. Zorobabel, un descendiente de Joaqu¨ªn, el ¨²ltimo rey, se destaca entre los exiliados y toma la iniciativa de reconstruir el Templo, aunque s¨®lo levanta una pobre r¨¦plica de ¨¦ste. El asunto no era tan simple como parec¨ªa (Esd 4,1-6). Los profetas Ageo y Zacar¨ªas estimulan el trabajo. El templo es reconstruido el año 520 (Ag 1,1; Za 1,1). Ésa fue una primera etapa.
Nehem¨ªas
La reconstrucci¨®n del Templo produjo roces entre los repatriados y el pueblo que se hab¨ªa quedado en el pa¨ªs. Cuesti¨®n de intereses, es cierto, por el temor de los que estaban ante la llegada de grupos m¨¢s motivados y que contaban con el apoyo del rey. Pero tambi¨¦n cuesti¨®n religiosa, porque si el pueblo de Dios ya no se identifica con una naci¨®n ni con un territorio, hay que fijar de nuevo los criterios de pertenencia a la comunidad.
Transcurrieron as¨ª cerca de ochenta años. El entusiasmo de los repatriados decay¨®, la moralidad se rebaj¨® al nivel mismo de la poblaci¨®n del pa¨ªs. Los profetas Zacar¨ªas, Malaqu¨ªas y el tercer Isa¨ªas denuncian las mismas fechor¨ªas que los profetas anteriores.
Es entonces cuando Nehem¨ªas se siente llamado. Comprende que la comunidad no ser¨¢ respetada si no tiene fronteras. No pretende independizarse del imperio persa, pero se necesitan murallas para hacer frente a las amenazas y violencias de los poderes intermediarios y de los vecinos. Luego, ser¨¢ necesario reorganizar la comunidad, exigiendo a los m¨¢s ricos la solidaridad con sus hermanos necesitados, y respetando la prioridad que se debe al culto divino. La comunidad escapar¨¢ al peligro de ser asimilada por el medio ambiente merced a barreras que se impondr¨¢n de a poco: no habr¨¢ m¨¢s matrimonios mixtos y la familia ser¨¢ jud¨ªa; se respetar¨¢ el descanso sab¨¢tico; el poder civil ser¨¢ responsable de la fidelidad religiosa al igual que los sacerdotes.
Esdras
Esdras llega veinte años despu¨¦s de Nehem¨ªas. El Gran Rey quiere que cada pueblo tenga un c¨®digo de leyes escritas; por eso conf¨ªa, para los jud¨ªos, en un maestro de la Ley. La Ley del pueblo jud¨ªo estaba toda en los libros sagrados. Aunque no se sabe de forma precisa si Esdras particip¨® personalmente en la redacci¨®n de los libros santos, a ¨¦l se debi¨® su recopilaci¨®n (Ne 8,1). Él fue quien realmente instaur¨® el ¡°juda¨ªsmo¡± al hacer de la lectura y de la puesta en pr¨¢ctica de esa Ley la regla suprema de la comunidad. El documento que se lee en Ne 10 (el nombre de Nehem¨ªas en el vers¨ªculo 2 es una inserci¨®n anacr¨®nica) es la confirmaci¨®n de lo que ¨¦ste ya hab¨ªa emprendido.
Con Esdras, que es un sacerdote, y con su misi¨®n oficial, los sacerdotes pasan a ser el grupo dominante. Estar¨¢n ligados al poder imperial persa y ser¨¢n los garantes de la estabilidad, lo que, en el plano religioso, contiene una amenaza para el porvenir. Se pensar¨¢ que la prosperidad del Templo, los sacrificios, la aceptaci¨®n de la Ley aseguran las correctas relaciones entre Dios y su pueblo. Pero la espera de tiempos nuevos se va debilitando; el profetismo pasa a ser marginal y sus obras tard¨ªas se incluir¨¢n en los libros anteriores tal como fue el caso de Joel y de la segunda parte de Zacar¨ªas.
De ese juda¨ªsmo no se renegar¨¢, sino que ser¨¢ seriamente cuestionado por la invasi¨®n de la cultura hel¨¦nica, y como una respuesta del alma jud¨ªa aparecer¨¢ el movimiento asideo. V¨¦ase al respecto la introducci¨®n a Daniel.