Es f¨¢cil comprobar que los libros de Samuel difieren mucho de los libros llamados de Mois¨¦s que figuran al comienzo de la Biblia, e incluso de los libros de Josu¨¦ y de los Jueces que lo preceden. En aqu¨¦llos se hablaba de acontecimientos antiguos, s¨®lo conocidos a trav¨¦s de tradiciones orales, con la intenci¨®n de justificar las leyes y el culto. Dios hablaba a cada instante de manera autoritaria, y actuaba en forma fant¨¢stica, como si interviniera en un mundo completamente diferente del nuestro. Se trata ciertamente de una literatura muy alejada de nuestra historiograf¨ªa.
Aqu¨ª, en cambio, los autores nos cuentan acontecimientos m¨¢s cercanos, para los cuales disponen de testimonios. El reinado de David se sit¨²a en los años 1010-970 y el autor debe haber sido contempor¨¢neo de su hijo Salom¨®n. Aqu¨ª personajes de carne y hueso se debaten en medio de acontecimientos complejos. A trav¨¦s de ellos va tomando forma la historia de Israel enfrentado a sus vecinos cercanos y, poco m¨¢s tarde, a los grandes imperios del Pr¨®ximo Oriente. En el relato b¨ªblico se trasluce una imagen diferente de Dios. Ya no es presentado como deber¨ªa ser un Dios todopoderoso, sino tal y como Samuel, David y sus contempor¨¢neos le han conocido y experimentado, y nos cuentan ingenuamente los acontecimientos a trav¨¦s de los cuales estos personajes han conocido su voluntad.
El libro de Samuel, actualmente dividido en dos partes, narra los comienzos de la monarqu¨ªa. El primer libro est¨¢ centrado en tres personajes. Primero viene Samuel, un jefe a la antigua usanza adem¨¢s de profeta; el siguiente es Sa¨²l, el primer rey, cuya vida termina en fracaso; por ¨²ltimo David, del que se cuenta su ascensi¨®n al trono.
Al comienzo del libro, Israel no es todav¨ªa dueño del pa¨ªs. Amenazados por los Filisteos que ocupan las llanuras de la costa, las tribus sienten la necesidad de un poder unificado y fuerte. Se convertir¨¢n en una naci¨®n y ¨¦sta ser¨¢ el reino de David.
El segundo libro de Samuel habla del reino de David, de sus ¨¦xitos, victorias, pruebas... El centro del libro lo constituye una promesa excepcional que David ha recibido de Dios: sus descendientes reinar¨¢n por siempre en el trono de Israel.
Conviene leer el texto tal y como se presenta, sin prejuicios, pero al mismo tiempo con mirada cr¨ªtica. Se ver¨¢ entonces, por ejemplo, que el libro registra testimonios a veces contrapuestos. Unos son favorables a la instituci¨®n de la monarqu¨ªa, otros est¨¢n en contra. Los hay que se muestran favorables a David, otros s¨®lo se centran en sus aspectos negativos. El autor a veces parece neutral, dej¨¢ndonos con nuestros cuestionamientos. Dios act¨²a de la misma manera: habla poco, pero va dejando signos, invitando a los lectores del libro a que tambi¨¦n ellos busquen y disciernan.