Escucha, Israel: Yav¨¦ es el ¨²nico
1 Estos son los preceptos, las normas y los mandamientos que Yav¨¦, Dios de ustedes, me mand¨®, para que yo se los enseñe y ustedes los cumplan en la tierra que va a ser de ustedes.
2 Temer¨¢s a Yav¨¦, tu Dios, y guardar¨¢s todos los d¨ªas de tu vida sus mandamientos y sus normas que te enseño hoy. Que los guarden tus hijos y los hijos de tus hijos, para que vivan largos años.
3 Escucha, pues, Israel, y cuida de poner en pr¨¢ctica lo que ha de traerte felicidad y prosperidad en esta tierra que mana leche y miel, como lo prometi¨® Yav¨¦, Dios de tus padres.
4 Escucha, Israel: Yav¨¦, nuestro Dios, es Yav¨¦-¨²nico.
5 Y t¨² amar¨¢s a Yav¨¦, tu Dios, con todo tu coraz¨®n, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
6 Graba en tu coraz¨®n los mandamientos que yo te entrego hoy,
7 rep¨ªteselos a tus hijos, habla de ellos tanto en casa como cuando est¨¦s de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes.
8 Gr¨¢balos en tu mano como una señal y p¨®ntelos en la frente como tu distintivo;
9 escr¨ªbelos en los postes de tu puerta y a la entrada de tus ciudades.
10 Y cuando Yav¨¦ te haya llevado a la tierra que jur¨® darte ¡ªpues se lo dijo a tus padres, Abrah¨¢n, Isaac y Jacob¡ª, con ciudades grandes y pr¨®speras que t¨² no edificaste,
11 con casas abastecidas de todo lo que t¨² no llenaste, con pozos que t¨² no cavaste, viñas y olivares que t¨² no plantaste; cuando hayas comido y te hayas saciado,
12 no te olvides de Yav¨¦ que te sac¨® de Egipto, donde eras esclavo.
13 Temer¨¢s a Yav¨¦, tu Dios; a ¨¦l servir¨¢s, e invocar¨¢s su nombre si debes hacer alg¨²n juramento.
14 No vayas tras dioses extraños, tras los dioses de los pueblos que te ro dean,
15 porque Yav¨¦, tu Dios, que est¨¢ en medio de ti, es un Dios celoso. No sea que estalle el furor de Yav¨¦ tu Dios, y te haga desaparecer de la superficie de la tierra.
16 Ustedes no pondr¨¢n a prueba a Yav¨¦, su Dios, como lo hicieron en Mas¨¢.
17 M¨¢s bien hagan empeño en guardar los preceptos, los mandamientos y las normas que les he mandado.
18 Haz lo que es recto y bueno a los ojos de Yav¨¦, para que seas feliz y llegues a tomar posesi¨®n de la espl¨¦ndida tierra que prometi¨® con juramento a tus padres,
19 pues ¨¦l destruir¨¢ delante de ti a todos tus enemigos.
20 Tal vez un d¨ªa tu hijo te pregunte: ¡°¿Qu¨¦ son estos preceptos, mandamientos y normas que Yav¨¦, nuestro Dios, les ha ordenado?¡±
21 T¨² responder¨¢s a tu hijo: ¡°Nosotros ¨¦ramos esclavos de Fara¨®n en Egipto, y Yav¨¦ nos hizo salir de Egipto con mano firme.
22 Y lo vimos hacer milagros grandes, y terribles prodigios contra Fara¨®n y toda su gente,
23 y a nosotros nos sac¨® de all¨ª para conducirnos a la tierra que prometi¨® a nuestros padres.
24 Entonces fue cuando Yav¨¦ nos orden¨® poner en pr¨¢ctica todos estos preceptos y temerle a ¨¦l, nuestro Dios, pues por ese camino nos ir¨ªa bien y ¨¦l nos dar¨ªa vida, como hoy es el caso.
25 El camino recto para nosotros consiste en guardar y practicar estos mandamientos como ¨¦l lo ha ordenado.¡±
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Comentarios Deuteronomio, cap¨ªtulo 6
6,1
Escucha, Israel: Yav¨¦, nuestro Dios, es el ¨²nico. Estos vers¨ªculos son el Credo de los jud¨ªos, lo suelen rezar diariamente. Jes¨²s se refiere a este texto cuando le preguntan sobre el mandamiento m¨¢s importante. Ver Mc 12,28 y su comentario.
Amar¨¢s a Yav¨¦ con todo tu coraz¨®n. El amor de Dios no puede ser totalmente desinteresado. Israel sabe que, al responder al amor de Dios que lo eligi¨®, va por buen camino y Dios lo premiar¨¢ con la paz y la prosperidad material.
Graba en tu coraz¨®n estos mandamienos: tenlos presentes en tu mente para ordenar tus pensamientos y juzgar de todo conforme a estos criterios.
Rep¨ªteselos a tus hijos: sabiendo que eres responsable de la fe de ellos.
Gr¨¢balos en tu mano: para que sean la gu¨ªa de tus actos.
P¨®ntelos en la frente, para no acordarte de ellos cuando ya sea tarde de modo que s¨®lo puedas reconocer tus errores.
Escr¨ªbelos a la entrada de tus ciudades, o sea, que rijan la vida econ¨®mica y social.
Yav¨¦ es un Dios celoso (15): ver en Ex 20,5. Esta expresi¨®n les choca a muchas personas. Pero, ¿puede haber amor verdadero sin una cierta especie de celo, no de aquel que teme siempre la infidelidad del ser amado? Esta expresi¨®n ¡°Dios celoso¡± nos revela, en un lenguaje pobre y primitivo, un rasgo esencial de nuestro Dios tan misterioso. El no es s¨®lo Amor, como le gusta llamarlo a mucha gente, sino tambi¨¦n Amante. No agota el tema hablar de un Dios que ama a los hombres, a todos los hombres con una mirada de bondad universal, pues ¨¦l elige a los que ama y cada uno de ellos pasa a serlo todo para ¨¦l.
Esa expresi¨®n nos dice desde ya lo que har¨¢ maravillarse a Pablo cuando hable de la predestinaci¨®n, es decir, del amor de Dios que nos ha escogido desde antes de la creaci¨®n del mundo: Rom 8,31-39; Ef 1,1. Hablar de su celo es sostener que ¨¦l no puede renunciar al amor y a la fidelidad rec¨ªproca que espera de sus amados. La historia de Israel mostrar¨¢ este celo de Dios a trav¨¦s de las terribles pruebas que env¨ªa a su pueblo: si hasta las cosas m¨¢s amargas a que nos somete en esta vida son nada en comparaci¨®n con lo que est¨¢ creando en nosotros.
No te olvides de Yav¨¦ cuando hayas comido (11). Toda la civilizaci¨®n moderna ha entrado en este olvido. El hombre se siente dueño de la ciencia, de la t¨¦cnica y del mundo. M¨¢s grave todav¨ªa: se conforma con dominar el universo y se pierde a s¨ª mismo.
6,20
Todos los años los israelitas celebraban ¡ªy todav¨ªa celebran¡ª la Pascua. Cada familia entonces cumpl¨ªa los ritos de esta fiesta en un banquete religioso. Cuando estaban reunidos en torno a la mesa, uno de los niños preguntaba al padre: ¡°Padre, ¿qu¨¦ es esto que vamos a hacer?¡± Entonces el padre contestaba: ¡°Nuestros antepasados estaban en Egipto como esclavos de Fa ra¨®n...¡± Este credo, esta proclamaci¨®n de la fe de Israel, la encontramos en las l¨ªneas que siguen.
As¨ª, tambi¨¦n, el cristiano mira constantemente al pasado para reconocer las atenciones del Padre para con ¨¦l, y, adem¨¢s, con toda la humanidad. El centro de la oraci¨®n en la Iglesia es la misa, en que se da gracias a Dios por la salvaci¨®n que dieron al mundo la muerte y la resurrecci¨®n de Cristo.
Las promesas materiales a Israel son figura de las promesas de Dios a su Iglesia, la cual no espera ya cosechas y ovejas, sino que se multipliquen los creyentes y que crezcan en ellos las virtudes de Cristo.