Consejos varios
1 Ahora me dirijo a sus Ancianos, dado que yo tambi¨¦n soy anciano, y testigo de los sufrimientos de Cristo, y espero ser part¨ªcipe de la gloria que ha de manifestarse.
2 Apacienten el rebaño de Dios cada cual en su lugar; cu¨ªdenlo no de mala gana, sino con gusto, a la manera de Dios; no piensen en ganancias, sino h¨¢ganlo con entrega generosa;
3 no act¨²en como si pudieran disponer de los que est¨¢n a su cargo, sino m¨¢s bien traten de ser un modelo para su rebaño.
4 As¨ª, cuando aparezca el Pastor supremo, recibir¨¢n en la Gloria una corona que no se marchita.
5 Tambi¨¦n ustedes, los m¨¢s j¨®venes, sean sumisos a la autoridad de los Ancianos. Rev¨ªstanse de humildad unos para con los otros, porque Dios resiste a los orgullosos, pero da su gracia a los humildes.
6 Hum¨ªllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que, llegado el momento, ¨¦l los levante.
7 Depositen en ¨¦l todas sus preocupaciones, pues ¨¦l cuida de ustedes.
8 Sean sobrios y est¨¦n vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como le¨®n rugiente buscando a qui¨¦n devorar.
9 Res¨ªstanle firmes en la fe, sabiendo que nuestros hermanos en este mundo se enfrentan con sufrimientos semejantes.
10 Dios, de quien procede toda gracia, los ha llamado en Cristo para que compartan su gloria eterna, y ahora deja que sufran por un tiempo con el fin de amoldarlos, afirmarlos, hacerlos fuertes e inconmovibles.
11 Gloria a ¨¦l por los siglos de los siglos. Am¨¦n.
12 He recurrido a Silvano, nuestro hermano, para escribirles estas breves l¨ªneas, pues lo considero digno de toda confianza. Quise animarlos y recalcar que esto es gracia de Dios: est¨¦n firmes.
13 Los saluda la comunidad que Dios ha congregado en Babilonia, tambi¨¦n los saluda mi hijo Marcos.
14 Sal¨²dense unos a otros con el beso fraterno.
14 Paz a todos ustedes, que est¨¢n en Cristo.
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Comentarios Primera Carta de Pedro, cap¨ªtulo 5
5,1
En los variados consejos que vienen a continuaci¨®n, se notar¨¢ lo que les toca a los Ancianos, responsables y pastores de la comunidad. Comparar con el discurso de Pablo en He 20,17.
Pedro ve en la persecuci¨®n la mano del demonio que hace lo imposible para desaminar a los que esperan en Cristo. Est¨¢ comprobado que cuando uno se prepara a dar un paso importante para servir mejor a Dios, se levantan un mont¨®n de obst¨¢culos inesperados. El que se acobarda entonces pierde todo. Cuando de nuevo se disponga a dar alg¨²n paso, el demonio multiplicar¨¢ sus ataques. Esas pruebas son comunes y, para hacerles frente, se requiere una fe bien despierta.
Babilonia, en el lenguaje de los cristianos de aquel tiempo, indicaba la «ciudad grande», s¨ªmbolo del progreso, faro de la civilizaci¨®n y centro de las religiones paganas, es decir, Roma (ver Apoc 17). Ya exist¨ªa una Iglesia en Roma en el momento en que Pedro escribe.