Salmos (Sal) Cap¨ªtulo 40
En el libro se me manda que haga tu voluntad.¡ªQue el Señor nos d¨¦ la fe aut¨¦ntica por la que uno obedece y se somete a su voluntad. Obediencia que no es frustraci¨®n. Todo lo contrario: lleva a la plenitud, a la verdad. «Feliz el hombre que pone en Dios su confianza.»
2 Esperaba, esperaba al Señor, ¨¦l se inclin¨® hacia m¨ª y escuch¨® mi clamor, 3 me sac¨® de la fosa fatal del barro del pantano; puso mis pies sobre roca y asegur¨® mis pasos.
4 Puso en mi boca un c¨¢ntico nuevo, de alabanza a nuestro Dios.
4 Muchos al verlo temer¨¢n y pondr¨¢n su confianza en el Señor.
5 Feliz el hombre que cuenta con el Señor, que no escucha a los c¨ªnicos ni se pierde en sus mentiras.
6 ¡Cu¨¢ntas maravillas has hecho, Señor, mi Dios, cu¨¢ntos proyectos en favor nuestro! Nadie se te puede comparar.
6 Yo quisiera publicarlas y contarlas, pero son demasiado para enumerarlas.
7 No quisiste sacrificios ni ofrendas ¡ªlo dijiste y penetr¨® en mis o¨ªdos¡ª no pediste holocaustos ni v¨ªctimas.
8 Entonces dije: «Aqu¨ª estoy, de mi est¨¢ escrito en el rollo del Libro.
9 He elegido, mi Dios, hacer tu voluntad, y tu Ley est¨¢ en el fondo de mi ser».
10 Publiqu¨¦ tu camino en la gran asamblea, no me call¨¦, Señor, t¨² bien lo sabes.
11 No encerr¨¦ tus decretos en el fondo de mi coraz¨®n: proclam¨¦ tu fidelidad y tu socorro.
11 No ocult¨¦ tu amor y tu verdad en la gran asamblea.
12 ¡T¨², Señor, no me niegues tu ternura, que tu amor y tu verdad me guarden siempre!
13 Me rodean desgracias incontables, mis culpas recaen sobre m¨ª y no hay salida, son m¨¢s que los cabellos de mi cabeza y me falla el coraz¨®n.
14 D¨ªgnate liberarme, Señor; Señor, ven pronto a socorrerme.
15 ¡Queden avergonzados y humillados todos los que atentan contra mi vida; que retrocedan confundidos los que se alegran con mi desgracia!
16 Que se escondan de verg¨¹enza los que dicen: «¡Esta vez lo pillamos!»
17 Pero que en ti se alegren y regocijen todos los que te buscan, y que repitan siempre: «¡Dios es grande!» los que desean tu salvaci¨®n.
18 ¡Piensa en m¨ª, oh Dios, en m¨ª que soy un pobre y desdichado! ¡No te demores, mi Dios, pues t¨² eres mi socorro y salvaci¨®n!
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