Salmos (Sal) Cap¨ªtulo 39
El hombre es poca cosa ante su Dios.¡ªAunque ¨¦l nos entreg¨® todo al darnos a su Hijo, no poseemos nada y seguimos esperando todo de su misericordia. «Haz que vea qu¨¦ fr¨¢gil soy.»
2 Hab¨ªa dicho: «Andar¨¦ derecho, para que no peque por mi lengua, le pondr¨¦ a mi lengua una mordaza mientras el malvado se yergue ante m¨ª».
3 Callaba resignado, sin decir palabra, pero me atormentaba al ver su buena suerte; 4 me ard¨ªa por dentro el coraz¨®n, y el esc¨¢ndalo atizaba el fuego, hasta que al fin se me solt¨® la lengua.
5 «Señor, haz que conozca mi fin y cu¨¢l es el largo de mis d¨ªas, para que sepa lo fr¨¢gil que soy.
6 A mis d¨ªas no les diste m¨¢s de una cuarta y mi existencia es nada para ti. El hijo de Ad¨¢n se pavonea, pero no es m¨¢s que soplo.
7 Pasa el hombre mortal como una sombra, no es m¨¢s que un soplo, pero se afana y almacena sin saber qui¨¦n lo tendr¨¢.
8 Si es as¨ª, ¿qu¨¦ me queda, Señor? Pondr¨¦ en ti mi esperanza.
9 No consideres todos mis pecados, no me averg¨¹ences ante el insensato».
10 Me callo, no hablar¨¦ m¨¢s, pues t¨² as¨ª lo dispusiste.
11 Aleja de m¨ª tus castigos, que me han destrozado los golpes de tu mano.
12 Corriges al hombre cobr¨¢ndole sus culpas, roes como polilla lo que m¨¢s dese¨®. En verdad, el hombre es s¨®lo un soplo.
13 Señor, escucha mi plegaria, presta o¨ªdo a mis clamores, no permanezcas sordo a mis l¨¢grimas, pues en tu casa soy un forastero y, como mis padres, peregrino.
14 Dame un descanso, que pueda respirar antes de que me vaya y ya no est¨¦.
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