El hombre es poca cosa ante su Dios.¡ªAunque 
	¨¦l nos entreg¨® todo al darnos a su Hijo, no poseemos nada y seguimos 
	esperando todo de su misericordia. «Haz que vea qu¨¦ fr¨¢gil soy.» 
	2 Hab¨ªa dicho: «Andar¨¦ derecho, para 
	que no peque por mi lengua, le pondr¨¦ a mi lengua una mordaza mientras el 
	malvado se yergue ante m¨ª». 
	3 Callaba resignado, sin decir 
	palabra, pero me atormentaba al ver su buena suerte; 
	4 me ard¨ªa por dentro el coraz¨®n, y el esc¨¢ndalo 
	atizaba el fuego, hasta que al fin se me solt¨® la lengua. 
	5 «Señor, haz que conozca mi fin y 
	cu¨¢l es el largo de mis d¨ªas, para que sepa lo fr¨¢gil que soy. 
	6 A mis d¨ªas no les diste m¨¢s de una 
	cuarta y mi existencia es nada para ti. El hijo de Ad¨¢n se pavonea, pero no 
	es m¨¢s que soplo. 
	7 Pasa el hombre mortal como una 
	sombra, no es m¨¢s que un soplo, pero se afana y almacena sin saber qui¨¦n lo 
	tendr¨¢. 
	8 Si es as¨ª, ¿qu¨¦ me queda, Señor? 
	Pondr¨¦ en ti mi esperanza. 
	9 No consideres todos mis pecados, 
	no me averg¨¹ences ante el insensato». 
	10 Me callo, no hablar¨¦ m¨¢s, pues 
	t¨² as¨ª lo dispusiste. 
	11 Aleja de m¨ª tus castigos, que me 
	han destrozado los golpes de tu mano. 
	12 Corriges al hombre cobr¨¢ndole 
	sus culpas, roes como polilla lo que m¨¢s dese¨®. En verdad, el hombre es s¨®lo 
	un soplo. 
	13 Señor, escucha mi plegaria, 
	presta o¨ªdo a mis clamores, no permanezcas sordo a mis l¨¢grimas, pues en tu 
	casa soy un forastero y, como mis padres, peregrino. 
	14 Dame un descanso, que pueda 
	respirar antes de que me vaya y ya no est¨¦. 
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