1 Pero debe ser todo lo contrario con lo que sigue, si no quieres pecar. No tengas verg¨¹enza:
2 de la ley del Alt¨ªsimo y de su Alianza,
de reconocer la inocencia, aun la del malvado,
3 de mantener las cuentas claras con tus compañeros de viaje,
de entregar a los extranjeros su parte de la herencia,
4 de usar una balanza y pesas exactas,
de hacer obras de caridad grandes o pequeñas
5 de obtener ganancia en un negocio,
de corregir a menudo a tus hijos,
y de cascarle en el lomo a un mal servidor.
6 ¡Con una mala mujer usa el candado;
all¨ª donde se meten muchas manos, pon las cosas bajo llave!
7 Cuenta y pesa las cosas que entregas;
anota por escrito lo que das y lo que recibes.
8 No tengas verg¨¹enza de reprender a un imb¨¦cil o a un tonto, y al anciano decr¨¦pito que ha vuelto a la infancia.
Entonces demostrar¨¢s que verdaderamente eres educado, y todos te apreciar¨¢n.
Educar bien a su hija
9 Una hija es para su padre una causa secreta de inquietud; el cuidado que le ocasiona le quita el sueño; si es joven, por el temor a que demore en casarse; si est¨¢ casada, a que su marido le tome tirria.
10 Mientras es virgen, podr¨ªa dejarse seducir y quedar embarazada en la casa de su padre. Si tiene marido, tal vez podr¨ªa serle infiel o bien no darle hijos.
11 Si tu hija es una descarada, redobla la prudencia: cuida de que no haga de ti el hazmerre¨ªr de tus enemigos, el comentario de la ciudad, un tema para chismes. Podr¨ªa deshonrarte ante todo el mundo.
12 No detengas tu mirada en una belleza humana ni te pongas a conversar con mujeres.
13 As¨ª como la polilla sale de la ropa, as¨ª sale de la mujer su malicia.
14 M¨¢s vale dureza de hombre que bondad de mujer: la mujer puede atraerte verg¨¹enza y reproches.
SEGUNDA PARTE GRANDEZA DE DIOS EN LA CREACIÓN Y EN LA HISTORIA DE ISRAEL
15 Voy ahora a recordar las obras del Señor, y a contar lo que he visto: las obras del Señor salieron de sus palabras, conforme a sus decisiones.
16 As¨ª como el sol ilumina todo lo que est¨¢ a la vista, as¨ª la obra del Señor est¨¢ llena de su gloria.
17 Explicar este mundo de maravillas es una cosa que le queda grande aun a los santos del Señor. Porque el Señor, Dueño del Universo, le dio consistencia en su propia gloria.
18 El sondea tanto los abismos del mar como los esp¨ªritus de los hombres; ¨¦l ve claro en sus proyectos.
El Alt¨ªsimo conoce todo lo que se puede saber: conoce los signos de los tiempos.
19 Dice lo que ha sido y lo que ser¨¢, descubre las huellas de las cosas pasadas.
20 Ni un pensamiento se le escapa, ni una palabra se le oculta.
21 Dispuso armoniosamente las obras maestras de su sabidur¨ªa, tales como han sido siempre y lo ser¨¢n; no ha recurrido a ning¨²n consejero; nada podr¨ªa añad¨ªrseles o quit¨¢rseles.
22 ¡Qu¨¦ hermosas son todas sus obras¡; qu¨¦ encanto contemplar hasta la m¨¢s pequeña chispa!
23 Todo eso vive y dura para siempre, todo obedece en todo momento.
24 Todas las cosas van de a par, una enfrentando a la otra; el Señor no ha hecho nada imperfecto.
25 Una destaca a la otra: ¿qui¨¦n se cansar¨¢ de contemplar su gloria?
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Comentarios Sir¨¢cides, cap¨ªtulo 42
42,9 El texto original del Sir¨¢cides, escrito en hebreo, era m¨¢s largo en el vers¨ªculo 9 y dec¨ªa: Que su habitaci¨®n no tenga ventanas y que no pueda ver los accesos a la casa. Este consejo es un testimonio m¨¢s del machismo de la cultura hebrea, que el traductor griego no se atrevi¨® a mostrar a sus lectores, de esp¨ªritu m¨¢s liberal. Por muy inspirados que fueran los autores de la Biblia, Dios no los liberaba milagrosamente de las limitaciones de su cultura.
42,15 La civilizaci¨®n moderna aparta al hombre de la naturaleza. Muchos, por su trabajo, ven m¨¢s la luz el¨¦ctrica que el sol. Muchos no conocen el silencio ni las voces de la naturaleza, porque el ruido lo ha invadido todo. Porque sabe algo de ciencia, uno piensa conocer los misterios del universo. En las ciudades, cada d¨ªa nos cuesta m¨¢s sentir el misterio y la belleza del universo.
Dios nos habla por medio de la creaci¨®n tan realmente como por las palabras de Cristo. Son lenguajes diferentes; as¨ª como la m¨²sica nos dice algo, aunque no como lo dicen las palabras. El que sabe ver a Dios en el universo se acostumbra tambi¨¦n a descubrirlo detr¨¢s de las grandes realizaciones del hombre: represas, computadoras electr¨®nicas, edificios, materiales nuevos, etc¨¦tera. Lo que sale de la mano del hombre pertenece tambi¨¦n a la creaci¨®n de Dios.