Oraci¨®n
1 Señor, Padre y dueño de mi vida, no me abandones al capricho de mis labios, no permitas que caiga por culpa de mis palabras.
2 ¿Qui¨¦n domar¨¢ con el l¨¢tigo mis pensamientos, e impondr¨¢ a mi entendimiento la disciplina de la sabidur¨ªa, sin perdonar mis extrav¨ªos ni dejar pasar mis pe cados?
3 Porque de otro modo repetir¨ªa mis errores, se reproducir¨ªan mis pecados y caer¨ªa en manos de mis adversarios para alegr¨ªa de mis enemigos.
4 Señor, Padre y Dios de mi vida, no permitas que mi mirada sea altanera,
5 y pres¨¦rvame de la codicia.
6 Que no se apoderen de m¨ª lo placeres ni el sexo; ¡no me entregues a mis pasiones impuras!
7 Hijos m¨ªos, aprendan a controlar su lengua; ¡el que est¨¢ atento a ello no ser¨¢ tomado por sorpresa!
8 El pecador quedar¨¢ atrapado en sus propias palabras, ¡el mendigo y el orgulloso caer¨¢n en sus redes!
9 No digas a cada rato: «¡Lo juro!», ni tomes continuamente al Alt¨ªsimo por testigo.
10 Porque as¨ª como el sirviente al que se lo vigila de cerca no se escapa de la paliza, as¨ª tambi¨¦n el que jura e invoca continuamente su nombre no se hallar¨¢ sin pecado.
11 Quien multiplica los juramentos acumula las transgresiones: el castigo no se alejar¨¢ de su casa. Si falta a ellos por negligencia, ya pec¨®; si lo hace conscientemente, es doble pecado. El que hizo un juramento falso no ser¨¢ perdonado: su casa se llenar¨¢ de desgracias
Impureza y adulterio
12 Hay conversaciones que merecen la muerte: son inaceptables entre los descendientes de Jacob. Los verdaderos fieles se abstienen de ellas y no se revuelcan en el pecado.
13 No acostumbres tu boca a las groser¨ªas: ser¨ªa pecar con pa labras.
14 ¡Acu¨¦rdate de tu padre y de tu madre cuando te sientes en medio de los grandes, no sea que te descuides en su presencia y te conduzcas como un tonto! Desear¨ªas entonces no haber nacido y maldeci r¨ªas el d¨ªa de tu nacimiento.
15 El hombre que est¨¢ acostumbrado a insultar no se corregir¨¢ en toda su vida.
16 Dos clases de hombres multiplican los pecados, y una tercera provoca la c¨®lera del Señor:
17 La pasi¨®n que quema como un fuego ardiente no se apagar¨¢ antes de ser satisfecha. El hombre que comete la impureza en su cuerpo no se detendr¨¢ hasta que ese fuego lo devore. Para el hombre imp¨²dico cualquier satisfacci¨®n es buena, no se calmar¨¢ hasta que muera.
18 El hombre que es infiel a su esposa se dice a s¨ª mismo: «¿Qui¨¦n me ver¨¢? Las sombras me rodean, los muros me ocultan, nadie me mira; ¿por qu¨¦ inquietarme? El Alt¨ªsimo no anotar¨¢ mis pecados.»
19 ¡S¨®lo teme la mirada de los hombres, olvid¨¢ndose de los ojos del Señor que son mil veces m¨¢s luminosos que el sol, que observan todas nuestras acciones y que penetran hasta en los lugares m¨¢s secretos!
20 Tiene presente a todas las cosas antes de crearlas, y lo estar¨¢n aun cuando desapa rezcan.
21 Tal hombre ser¨¢ pillado donde menos se lo piense, y ser¨¢ castigado en la plaza.
22 Lo mismo le ocurrir¨¢ a la mujer que engaña a su marido y le da un heredero concebido de un extraño.
23 En primer lugar, desobedeci¨® a la Ley del Alt¨ªsimo, luego pec¨® contra su marido; y, en tercer lugar, se manch¨® con un adulterio, teniendo hijos de un extraño.
24 Esa mujer ser¨¢ llevada ante la asamblea y se investigar¨¢ el asunto.
25 Sus hijos ser¨¢n plantas sin ra¨ªces, sus ramas no producir¨¢n frutos.
26 El nombre de su madre pasar¨¢ a ser un insulto, y nunca se borrar¨¢ su verg¨¹enza.
27 As¨ª los dem¨¢s sabr¨¢n que lo ¨²nico que vale es el temor del Señor, y que nada es m¨¢s dulce que cumplir sus mandamientos.
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Comentarios Sir¨¢cides, cap¨ªtulo 23
23,1
Oraci¨®n del joven que descubre su debilidad frente a las tentaciones de la vida. Oraci¨®n del hombre adulto que ha experimentado cu¨¢n arraigado est¨¢ el mal en su propio coraz¨®n. Invitaci¨®n a los padres para que se preocupen por la educaci¨®n de sus hijos.
El pecado de la lengua (o de los labios) significa en primer lugar las palabras orgullosas y los proyectos orgullosos. Siempre viene encabezando a los dem¨¢s pecados.
23,12
Ben Sir¨¢ habla de la impureza en el sentido tradicional: pecado contra la castidad.
¡ª En el p¨¢rrafo 12-15: Se trata de las palabras groseras y de las conversaciones maliciosas. Seg¨²n dice Jes¨²s en Mt 12,34: «La boca habla de lo que rebosa el coraz¨®n.»
¡ª 16-21: El placer que uno busca solo, y las relaciones fuera del matrimonio.
¡ª 22-23: Habla de la mujer ad¨²ltera, pero lo que dice vale igualmente para el ad¨²ltero: 1) falta contra Dios; 2) falta contra el c¨®nyuge; 3) falta contra el honor de la familia. Pablo tocar¨¢ el mismo punto en Ef 5, 3-14 y 1 Tes 4,3-8.