1 No hables demasiado r¨¢pido, no te precipites en tu decisi¨®n cuando te comprometas delante de Dios, porque Dios est¨¢ en el Cielo y t¨², en la tierra: no te comprometas demasiado.
2 Si est¨¢s muy preocupado, te pones a soñar; si prometes demasiado, dir¨¢s lo que no conviene.
3 Si has hecho una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, pues Dios no ama a los tontos: Si lo has prometido, hazlo.
4 M¨¢s vale no prometerle algo que prometer sin cumplirlo:
5 no sea que por eso sufras un percance y deber¨¢s confesar ante su Angel: «¡No lo hab¨ªa pensado!» ¿Necesitas de una promesa que va a irritar a Dios y acarrearte sinsabores?
6 Los soñadores se comprometen a cada momento sin pensar. Pero t¨², teme a Dios.
7 Si ves en una provincia al pobre oprimido, el derecho y la justicia violados, no te sorprendas: por encima de una autoridad hay un escal¨®n superior, y por encima de ¨¦ste, otros m¨¢s elevados.
8 El pa¨ªs avanzar¨¢ si el rey se pone al servicio de los campos.
9 El que ama el dinero nunca tiene lo suficiente: ¿por qu¨¦, entonces, perseguir una satisfacci¨®n que nunca llegar¨¢? Esto no tiene sentido.
10 Si se acrecienta la riqueza, se multiplican tambi¨¦n los que se la comen: ¿y qu¨¦ saca su dueño con tenerla? S¨®lo el gusto de verla.
11 El sueño del trabajador ser¨¢ tranquilo, haya comido poco o mucho; pero la saciedad del rico no le permite dormir.
12 Hay otra mala suerte que vi bajo el sol: la riqueza que uno guard¨® para su propia desgracia.
13 Perdi¨® esa riqueza en un mal negocio, tiene un hijo y no tiene qu¨¦ dejarle.
14 Desnudo sale el hombre del vientre de su madre, y desnudo volver¨¢ tal como vino. Nada podr¨¢ llevarse de todas las obras que realizaron sus manos.
15 Tambi¨¦n esto es una mala suerte: irse en el mismo estado en que uno lleg¨®. ¿Qu¨¦ m¨¢s ha hecho sino trabajar para el viento?
16 ¡Cu¨¢ntos d¨ªas en que comi¨® pan negro; cu¨¢ntas decepciones, fatigas y disgustos!
17 Esto es lo que veo: todo lo que uno puede esperar es comer y beber, y gozar el bienestar mientras trabaja bajo el sol durante los contados d¨ªas de su vida, tales como Dios se los concedi¨®: ¨¦sa es su parte.
18 Cuando un hombre ha recibido de Dios posesiones y riquezas; cuando puede comer, gozar y disfrutar de su trabajo, todo eso es un don de Dios.
19 A lo menos no piensa en lo corto de la vida mientras Dios le llena el coraz¨®n de alegr¨ªa.