1 Y los hijos de Israel ser¨¢n tan numerosos como la arena del mar, que no pueden contarse ni medirse. Entonces, en vez de decirles: «Ustedes no son mi pueblo», les dir¨¢n:
2 «Ustedes son los hijos del Dios vivo.» Se reunir¨¢n los hijos de Jud¨¢ y los de Israel bajo un solo jefe, y desbordar¨¢n los l¨ªmites del pa¨ªs; porque el d¨ªa de Jezrael ser¨¢ un gran d¨ªa.
3 Ustedes llamar¨¢n a sus hermanos Mi pueblo, y a sus hermanas, Amadas.
4 ¡Acusen a su madre, ac¨²senla,
4 porque ella ya no es mi esposa ni yo soy su marido!
4 Que se limpie de la infidelidad grabada en su rostro
4 y tire afuera la impureza que se apeg¨® a sus pechos.
5 Porque si no, la desvestir¨¦ y la dejar¨¦ desnuda,
5 y sin nada, como cuando naci¨®;
5 ser¨¢ entonces igual que un desierto,
5 como tierra sin agua, y morir¨¢ de sed.
6 Ya no querr¨¦ m¨¢s a sus hijos,
6 porque son frutos de la prostituci¨®n.
7 S¨ª, puesto que su madre se ha entregado
7 y ha perdido su decencia.
7 Ella dec¨ªa: «D¨¦jenme partir con mis amantes,
7 que me dan mi pan y mi agua,
7 mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas.»
10 Ella no ve¨ªa que era yo el que le daba
10 el trigo, el vino y el aceite
10 y quien le proporcionaba en abundancia
10 la plata y el oro que emple¨® para fabricar el Baal.
11 Por eso, vendr¨¦ a recuperar mi trigo en la cosecha
11 y mi vino nuevo en la vendimia;
11 y le quitar¨¦ mi lana y mi lino,
11 y todo lo que cubr¨ªa su desnudez.
12 Dejar¨¦ desnuda su verg¨¹enza en presencia de sus amantes,
12 y nadie la salvar¨¢ de mis manos.
13 Yo pondr¨¦ fin a sus diversiones,
13 a sus fiestas, lunas nuevas y s¨¢bados,
13 a todas sus solemnidades.
14 Echar¨¦ a perder su viña y sus higueras,
14 pues ella dec¨ªa : «Son mi salario,
14 me las han dado mis amantes.»
14 Las dejar¨¦ como terreno bald¨ªo,
14 y se las comer¨¢n los animales.
15 Yo le tomar¨¦ cuentas por los años de los baales
15 en que les ofrec¨ªa incienso
15 y en que se pon¨ªa sus aros y collares
15 para correr detr¨¢s de sus amantes;
15 y se olvidaba de m¨ª, la ingrata.
8 Por eso, voy a impedir su paso con espinos,
8 y a cercarla con una cerca
8 para que no encuentre ya caminos.
9 Perseguir¨¢ a sus amantes y no los alcanzar¨¢,
9 tratar¨¢ de encontrarlos, pero en vano.
9 Entonces se dir¨¢: «Voy a levantarme,
9 y volver¨¦ donde mi primer marido,
9 pues con ¨¦l me iba mejor que ahora.»
16 Por eso, ahora la voy a conquistar,
16 la llevar¨¦ al desierto y all¨ª le hablar¨¦ a su coraz¨®n.
17 Le devolver¨¦ sus viñas,
17 convertir¨¦ el valle de la Mala Suerte en un lugar de esperanzas.
17 Y all¨ª ella me responder¨¢ como cuando era joven,
17 como en los d¨ªas en que subi¨® de Egipto.
18 Aquel d¨ªa, dice Yav¨¦,
18 ya no me llamar¨¢s m¨¢s «Señor m¨ªo»,
18 sino que me dir¨¢s «Marido m¨ªo».
19 Sacar¨¦ de su lengua los nombres de los baales,
19 para que ya no se acuerde de esos nombres.
20 Ese d¨ªa har¨¦ un pacto con las fieras salvajes,
20 con las aves de rapiña y las serpientes de la tierra,
20 para que no le hagan daño.
20 Romper¨¦ el arco y la espada,
20 alejar¨¦ de su tierra la guerra,
20 y har¨¦ que la gente duerma segura ah¨ª.
21 Yo te desposar¨¦ para siempre.
21 Justicia y rectitud nos unir¨¢n,
21 junto con el amor y la ternura,
22 Yo te desposar¨¦ con mutua fidelidad,
22 y conocer¨¢s qui¨¦n es Yav¨¦.
23 En ese d¨ªa, palabra de Yav¨¦,
23 responder¨¦ a los cielos
23 y ellos responder¨¢n a la tierra.
24 La tierra responder¨¢ al trigo,
24 al vino nuevo y al aceite,
24 y ¨¦stos har¨¢n honor al nombre de Jezrael.
25 Yo sembrar¨¦ para m¨ª en el pa¨ªs,
25 tendr¨¦ compasi¨®n de No Amada
25 y dir¨¦ a No mi Pueblo: «T¨² eres mi pueblo»;
25 y ¨¦l me contestar¨¢: «T¨² eres mi Dios.»
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Comentarios Oseas, cap¨ªtulo 2
2,4
En el discurso presente se confunden las personas de Oseas, que amenaza a su esposa, y de Yav¨¦, que reprende a su pueblo.
En Israel nadie renegaba de Yav¨¦, Dios de la raza y salvador en las crisis nacionales. Pero pensaban que la fertilidad de la tierra y del ganado se deb¨ªa a otros, a los baales, y que Yav¨¦ no ten¨ªa poder en estas cuestiones. Por eso, Yav¨¦ amenaza con quitarles todos los productos de la tierra y la tierra misma, para que vean que todas sus riquezas vienen s¨®lo de ¨¦l.
En todo tiempo acostumbramos confiar a diferentes dioses los varios campos de nuestra existencia. Unos tienen «mucha fe» en Cristo para solucionar sus apuros, pero tienen un culto del sexo bien parecido al de los fieles de Baal. Otros reverencian a Dios en p¨²blico, pero organizan una sociedad opresora, conforme a las leyes del dinero y de la raz¨®n del m¨¢s fuerte. El calvario de Latinoam¨¦rica viene a sancionar el pecado de una sociedad destruida por sus ¨ªdolos.
Por eso, la llevar¨¦ al desierto, y all¨ª hablar¨¦ a su coraz¨®n (16). Yav¨¦ va a quitarle todo a Israel para que vuelva a ser pobre como en el desierto, en tiempos de Mois¨¦s. As¨ª, sabr¨¢ que todo viene de Dios, y confiar¨¢ en ¨¦l. Entonces me iba mejor que ahora. Es lo que tambi¨¦n dir¨¢ el hijo pr¨®digo (Lc 15,17).
No me llamar¨¢s m¨¢s «Señor m¨ªo» (18). Aqu¨ª Oseas usa la palabra «Baal m¨ªo». Pues Baal significa, en hebreo, Señor. Ese nombre se daba a los dioses cananeos, pero f¨¢cilmente los israelitas honraban a Yav¨¦ con este t¨ªtulo. Pero ¨¦l no quiere ser un «Baal» entre los otros, sino «el esposo».
Yo te desposar¨¦ para siempre (21). Dios ofrece a los hombres una nueva alianza, o sea, un nuevo trato con ¨¦l. No una nueva religi¨®n con mandamientos diferentes, sino una relaci¨®n personal que nace del coraz¨®n purificado y renovado (Jer 31,31). Esta uni¨®n en el amor y la fidelidad es la que Jes¨²s trajo a la humanidad (Jn 1,17).
Ese d¨ªa har¨¦ un pacto con las fieras salvajes (20). Despu¨¦s de las pruebas, Oseas vislumbra una era feliz en que Yav¨¦ devolver¨¢ la tierra a su pueblo purificado. Ya no habr¨¢ fuerzas hostiles: har¨¦ que la gente duerma segura.
Al final (3,2), Oseas es m¨¢s fuerte que la infidelidad de su esposa, y paga su rescate al sacerdote de Baal al que ella se hab¨ªa entregado.