1 ¿Qui¨¦n me diera, en el desierto, una posada de viajeros,
1 para dejar a mi pueblo e irme lejos de ellos?
1 Porque son todos unos ad¨²lteros, una pandilla de traidores.
2 Estiran su lengua como un arco;
2 es la mentira y no la verdad
2 lo que prevalece en este pa¨ªs.
2 S¨ª, van de crimen en crimen.
2 ¡Y a Yav¨¦ no lo conocen!
3 Que cada uno desconf¨ªe de su amigo
3 y que no tenga confianza ni en su hermano,
3 porque el hermano s¨®lo piensa en suplantar al otro
3 y el amigo anda levantando calumnias.
4 Se engañan unos a otros,
4 nunca dicen la verdad,
4 su lengua est¨¢ acostumbrada a mentir,
4 y no pueden convertirse.
5 Viven en la mentira
5 y la mentira les impide conocerme.
6 Por eso, as¨ª habla Yav¨¦ de los Ej¨¦rcitos:
6 «Voy a probarlos en el fuego del crisol,
6 ¿qu¨¦ otra cosa puedo hacer con la hija de mi pueblo?
7 Su lengua es una flecha que mata,
7 diciendo mentiras;
7 le desean al pr¨®jimo la paz,
7 pero, en su coraz¨®n, le preparan una trampa.
8 ¿Y no he de castigarles yo por estas cosas?, dice Yav¨¦.
8 ¿De gente como ¨¦sta, no me vengar¨¦?»
9 Lancen por los montes gemidos y lamentos, y un canto f¨²nebre por el pasto del desierto, porque ha sido quemado, y nadie pasa por all¨ª, ni se oyen los mugidos del ganado. Desde los p¨¢jaros del cielo hasta las bestias, todas han huido, han desaparecido.
10 «Voy a hacer de Jerusal¨¦n un mont¨®n de piedras, una guarida de chacales, y de las ciudades de Jud¨¢, un desierto donde nadie viva.»
11 ¿Qui¨¦n es bastante sabio para comprender estos acontecimientos? ¿A qui¨¦n se lo ha dicho la boca de Yav¨¦ para que lo publique? ¿Por qu¨¦ el pa¨ªs est¨¢ perdido, incendiado como el desierto, por donde nadie pasa?
12 Yav¨¦ lo ha dicho: Es que han abandonado mi Ley, que les hab¨ªa dado; no han o¨ªdo mi voz ni la han seguido,
13 sino que, yendo tras la inclinaci¨®n de su duro coraz¨®n se han marchado con los baales, que sus padres les enseñaron.
14 Por eso, as¨ª dice Yav¨¦ de los Ej¨¦rcitos, Dios de Israel: «Yo dar¨¦ de comer ajenjo a este pueblo y les voy a dar de beber agua envenenada.
15 Los desparramar¨¦ entre las naciones que no conocieron ni ellos ni sus padres, y detr¨¢s de ellos enviar¨¦ la espada hasta acabar con todos.»
16 ¡Oigan! ¡Llamen a las lloronas, que vengan!
16 ¡Busquen a las m¨¢s peritas y que vengan!
17 Que se apresuren en entonarnos una canci¨®n f¨²nebre.
17 Dejen que lloren nuestros ojos
17 y que derramen llanto nuestros p¨¢rpados.
18 S¨ª, una queja llega desde Si¨®n:
18 «¡Ah, qu¨¦ arruinados
18 y avergonzados estamos!
18 Tener que abandonar la patria
18 y ver nuestras casas destruidas.»
19 Ustedes, mujeres, escuchen la palabra de Yav¨¦,
19 reciban sus o¨ªdos la palabra de su boca,
19 enseñen a sus hijas este canto f¨²nebre,
19 y, unas a otras, esta lamentaci¨®n:
20 «La muerte ha trepado por nuestras ventanas
20 y ha entrado en nuestros palacios;
20 ha segado al niño en la calle,
20 a los j¨®venes en la plaza.
21 Los cad¨¢veres humanos yacen
21 como guano por el campo,
21 como gavillas tras el segador,
21 sin que haya nadie que los recoja.»
La verdadera sabidur¨ªa
22 As¨ª dice Yav¨¦: «Que no se alabe el sabio por su sabidur¨ªa, ni el valiente por su valent¨ªa, ni el rico por su riqueza.
23 Quien quiera alabarse, que busque su alabanza en esto: en tener inteligencia y conocerme. Yo soy Yav¨¦, y mi obrar en la tierra no es m¨¢s que bondad, rectitud y justicia. Estas son las cosas que me gustan, palabra de Yav¨¦.
24 Se acerca el tiempo, dice Yav¨¦, en que castigar¨¦ a los circuncidados junto con los que no lo son:
25 a Egipto, Jud¨¢, Edom, los hijos de Amm¨®n, Moab, y a todos los ¨¢rabes que se afeitan las sienes y que viven en el desierto. Pues todos estos pueblos no son circuncidados, y la gente de Israel no ha circuncidado su coraz¨®n.
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Comentarios Jerem¨ªas, cap¨ªtulo 9
9,11
Como dijimos respecto de 8,8, la sabidur¨ªa del creyente no es como una regla de vida individual que todos leer¨ªan igual en la Biblia y seguir¨ªan sin importar los lugares y el tiempo. La sabidur¨ªa est¨¢ en comprender los acontecimientos: el pueblo de Dios debe responder al desaf¨ªo que Dios presenta a los hombres mediante las circunstancias de este momento.
Por eso, ahora no nos basta conocer la letra de la Biblia, necesitamos que comunidades y personas con vocaci¨®n prof¨¦tica actualicen la Palabra para el tiempo que vivimos.
9,22
Muchos padres sacrifican la vida entera para que su hijo siga sus estudios, y sienten orgullo si llega a la universidad. Jerem¨ªas nos recuerda que esto no basta para dar la verdadera sabidur¨ªa: ¡qu¨¦ distancia, muchas veces, entre nuestra educaci¨®n t¨¦cnica y nuestros conocimientos, o m¨¢s bien nuestra ignorancia en lo que toca a la fe! Deber¨ªamos sentir verg¨¹enza al comparar el tiempo que perdemos en charlas interminables, o frente a programas de TV superficiales, con el que consagramos a conocer a Dios y escuchar su Palabra.
Conocer a Yav¨¦, que tiene compasi¨®n, que hace justicia en la tierra y la gobierna seg¨²n el derecho, es el medio para mantenerse firme frente al mal; tambi¨¦n es lo que nos dar¨¢ de seos de imitar a Dios y dedicarnos a llevar bondad, derecho y justicia a la tierra.