El israelita proclama su fe
1 Cuando llegues a la tierra que Yav¨¦, tu Dios, te da en herencia, cuando haya pasado a ser tuya y habites en ella,
2 tomar¨¢s los primeros productos de la tierra que Yav¨¦, tu Dios, te da, los pondr¨¢s en un canasto y los llevar¨¢s al lugar elegido por Yav¨¦, tu Dios, para morada de su Nombre.
3 Te presentar¨¢s al sacerdote que est¨¦ en funciones en aquellos d¨ªas y le dir¨¢s: ¡°En este d¨ªa yo reconozco que Yav¨¦, mi Dios, me hizo entrar a la tierra que prometi¨® a nuestros padres que nos dar¨ªa.¡±
4 Y el sacerdote tomar¨¢ de tus manos el canasto y lo depositar¨¢ ante el altar de Yav¨¦, tu Dios.
5 Entonces t¨² dir¨¢s estas palabras ante Yav¨¦:
6 ¡°Mi padre era un arameo errante, que baj¨® a Egipto y fue a refugiarse all¨ª, siendo pocos a¨²n; pero en ese pa¨ªs se hizo una naci¨®n grande y poderosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre.
7 Llamamos pues a Yav¨¦, Dios de nuestros padres, y Yav¨¦ nos escuch¨®, vio nuestra humillaci¨®n, nuestros duros trabajos y nuestra opresi¨®n.
8 Yav¨¦ nos sac¨® de Egipto con mano firme, demostrando su poder con señales y milagros que sembraron el terror.
9 Y nos trajo aqu¨ª para darnos esta tierra que mana leche y miel.
10 Y ahora vengo a ofrecer los primeros productos de la tierra que t¨², Yav¨¦, me has dado.¡±
10 Los depositar¨¢s ante Yav¨¦, te postrar¨¢s y adorar¨¢s a Yav¨¦, tu Dios.
11 Despu¨¦s comer¨¢s y celebrar¨¢s una fiesta, t¨² y tu familia, con todos los bienes que Yav¨¦ te ha dado. Tambi¨¦n comer¨¢n y estar¨¢n de fiesta contigo, tanto el levita como el forastero que viven junto a ti.
12 El tercer año, año del diezmo, cuando hayas acabado de separar el diezmo de todas tus cosechas y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al hu¨¦rfano, para que lo coman en tu misma ciudad hasta saciarse,
13 dir¨¢s en presencia de Yav¨¦:
13 ¡°He sacado de mi casa lo que pertenece a Yav¨¦: se lo he dado al levita, al forastero, al hu¨¦rfano y a la viuda, seg¨²n los mandamientos que me has dado. No he traspasado ninguno de ellos ni los he olvidado.
14 De lo que quedaba no he comido nada durante mi duelo, nada hay impuro en ¨¦l, nada he ofrecido a los ¨ªdolos, sino que he obedecido la voz de Yav¨¦, mi Dios, y he obrado en todo como me lo hab¨ªas mandado.
15 Desde tu Santuario, desde lo alto de los cielos, mira a tu pueblo Israel y bend¨ªcelo, as¨ª como a la tierra que nos has dado seg¨²n lo ten¨ªas dicho a nuestros padres, esta tierra que mana leche y miel.¡±
16 Has de saber que ese mismo d¨ªa Yav¨¦, tu Dios, te manda cumplir sus normas y sus mandamientos. T¨² los guardar¨¢s y los pondr¨¢s en pr¨¢ctica con todo tu coraz¨®n y toda tu alma.
17 Pues acabas de decir a Yav¨¦ que ¨¦l ser¨¢ tu Dios y t¨² seguir¨¢s sus caminos, observar¨¢s sus normas, sus mandamientos y sus leyes y escuchar¨¢s su voz.
18 Yav¨¦, a su vez, te manda decir hoy que ser¨¢s el pueblo que le pertenece, como ¨¦l te lo tiene dicho, y t¨² guardar¨¢s todos sus mandamientos.
19 El, por su parte, te dar¨¢ honor, renombre y gloria y te pondr¨¢ por encima de todas las naciones que hizo, mientras t¨² pasas a ser un pueblo consagrado a Yav¨¦, tu Dios, como ¨¦l te ha dicho.»
************************
Comentarios Deuteronomio, cap¨ªtulo 26
26,5
Mi padre era un arameo errante. Este p¨¢rrafo es como una declaraci¨®n de fe del israelita. El sabe que fue elegido entre los arameos paganos y que Yav¨¦, despu¨¦s de liberarlo, le dio la prosperidad de que goza. Del mismo modo, las varias f¨®rmulas del Credo, que usa la Iglesia actualmente, ponen en el centro la obra liberadora que Dios, Padre, Hijo y Esp¨ªritu Santo, realizan a favor nuestro.