El camino por el desierto
1 Luego volvimos al desierto por el camino del Mar Rojo, como Yav¨¦ me hab¨ªa ordenado, y anduvimos largo tiempo rodeando los cerros de Se¨ªr.
2 Entonces Yav¨¦ me habl¨®:
3 ¡°Ustedes llevan mucho tiempo rodeando estos cerros; vayan hacia el norte.
4 Pero t¨² dar¨¢s esta orden al pueblo: ¡®Van a pasar por el territorio de sus hermanos, los hijos de Esa¨², que habitan en Se¨ªr. Ellos los temen a ustedes, pero, mucho cuidado,
5 no los ataquen, porque yo no les dar¨¦ nada de su tierra, ni siquiera donde poner el pie. Sepan que los cerros de Se¨ªr se los he dado en posesi¨®n a Esa¨²,
6 y ustedes les comprar¨¢n con plata los alimentos que coman, e incluso el agua.
7 Piensen que Yav¨¦ nos ha bendecido en todas nuestras obras; ¨¦l hab¨ªa previsto nuestro camino por el desierto y hace ya cuarenta años que Yav¨¦ est¨¢ con ustedes, sin que nada les haya faltado.¡±
8 Pasamos, pues, por el lado de nuestros hermanos, los hijos de Esa¨² que habitan en Se¨ªr. Dejamos el camino que lleva a la Arab¨¢ desde Elat y Asi¨®n Gaber y avanzamos por el camino del desierto de Moab.
9 Yav¨¦ me dijo entonces: ¡°No ataques a Moab ni lo provoques al combate, pues yo no te dar¨¦ nada de su pa¨ªs. Quise que la ciudad de Ar perteneciera a los hijos de Lot.¡±
10 (Antiguamente habitaban all¨ª los em¨ªos, pueblo grande, numeroso y de alta estatura, como los enaceos.
11 Tanto a ellos como a los enaceos se los ten¨ªa por gigantes, pero los moabitas los llamaban em¨ªos.
12 Asimismo en Se¨ªr habitaron antiguamente los horeos, pero los hijos de Esa¨² los echaron, los exterminaron y se establecieron en su lugar, como lo hizo Israel en la tierra que Yav¨¦ le dio como posesi¨®n suya.)
13 ¡°Y ahora ¡pasen el torrente de Zared!¡±
14 Pasamos, pues, el torrente de Zared. El tiempo que estuvimos caminando desde Cad¨¦s Barn¨¦ hasta el paso del torrente fue de treinta y ocho años, hasta que hubo desaparecido del pueblo toda la generaci¨®n de los hombres aptos para la guerra, como les hab¨ªa dicho Yav¨¦.
15 La mano de Yav¨¦ hizo lo necesario para eliminarlos del campamento hasta que desaparecieran todos.
16 Muertos, finalmente, todos aquellos guerreros,
17 Yav¨¦ me dijo:
18 ¡°T¨² vas a pasar hoy por las fronteras de Moab, frente a la ciudad de Ar,
19 y te encontrar¨¢s con los amonitas. No los ataques ni los provoques, pues yo no te dar¨¦ nada de la tierra de los amonitas: sepan que se la di a los hijos de Lot.¡±
20 (Esta tierra tambi¨¦n fue considerada como pa¨ªs de gigantes, pues en ella habitaban antiguamente unos refa¨ªtas, o gigantes, que los amonitas llaman zamzumitas,
21 pueblo grande, numeroso y de altura descomunal, a semejanza de los enaceos. Yav¨¦ los extermin¨® por mano de los amonitas e hizo que ¨¦stos poblaran la tierra en su lugar.
22 Lo mismo hab¨ªa hecho con los horitas que fueron exterminados en Se¨ªr por los hijos de Esa¨². Y los amonitas habitaron la tierra de los refa¨ªtas hasta el d¨ªa de hoy.
23 En aquel tiempo los avitas tambi¨¦n viv¨ªan en campamentos extendi¨¦ndose hacia Gaza, pero fueron exterminados por los caftoreos que hab¨ªan salidos de Caftor, los cuales ocuparon su lugar.)
24 ¡°Marchen, pues, y pasen el torrente de Arn¨®n. Miren, yo pongo en manos de ustedes a Sij¨®n, rey de Jesb¨®n, el amorreo, y todo su pa¨ªs. Empieza, pues, desde ahora, a ocupar su tierra y a hacerle la guerra,
25 y yo, por mi parte, comienzo a infundir terror y miedo de ti entre todos los pueblos que hay debajo del cielo. Al o¨ªr tu nombre temblar¨¢n y se desmayar¨¢n ante ti.¡±
La victoria sobre Sij¨®n y Og
26 Del desierto de Quedemot envi¨¦ mensajeros a Sij¨®n, rey de Jesb¨®n, con estas palabras de paz:
27 ¡°Quiero pasar por tu pa¨ªs, pero seguir¨¦ el camino sin desviarme ni a la derecha ni a la izquierda.
28 V¨¦ndenos los alimentos que consumamos, lo mismo que el agua que bebamos,
29 y d¨¦janos pasar tan s¨®lo como lo hicieron los hijos de Esa¨² que habitan en Se¨ªr y los moabitas que moran en Ar, hasta que lleguemos al Jord¨¢n y entremos en la tierra que nos da Yav¨¦, nuestro Dios.¡±
30 Pero Sij¨®n, rey de Jesb¨®n, no quiso dejarnos pasar por all¨ª, pues aquel d¨ªa Yav¨¦, nuestro Dios, quiso que se pusiera duro y cerrado, para que as¨ª cayera en nuestras manos.
31 Entonces Yav¨¦ me habl¨®: ¡°Ya ves que he comenzado a entregarte Sij¨®n y su tierra; ustedes empezar¨¢n la conquista conquistando su tierra.¡±
32 Sali¨®, pues, Sij¨®n con toda su gente a presentarnos batalla en Yahas
33 y Yav¨¦, nuestro Dios, nos lo entreg¨® y lo derrotamos junto con sus hijos y toda su gente.
34 En ese tiempo tomamos todas sus ciudades y las consagramos en anatema, matando a sus habitantes, hombres, mujeres y niños, sin perdonar vida alguna,
35 salvo la de los animales, que fueron parte del bot¨ªn como los despojos de las ciudades que ocupamos.
36 Desde Aroer, ciudad situada sobre la pendiente del torrente Arn¨®n, y la ciudad que est¨¢ abajo, hasta Galaad, no hubo aldea ni ciudad que no tom¨¢ramos: Yav¨¦, nuestro Dios, nos las entreg¨® todas.
37 Pero, como Yav¨¦, nuestro Dios nos hab¨ªa prohibido la tierra de los amonitas, no tocamos las ciudades de la pendiente del Yaboc ni las ciudades de los cerros.