Evangelio seg¨²n Lucas Cap¨ªtulo 1
La infancia de Juan y de Jes¨²s (1,5¡ª2,52).
Este evangelio de la infancia presenta personajes del pueblo judÍo que de antemano son instruidos en el misterio de Jes¨²s y de la salvaci¨®n de todas las naciones.
1 Algunas personas han hecho empeño por ordenar una narraci¨®n de los acontecimientos que se han cumplido entre nosotros,
2 tal como nos han sido transmitidos por aquellos que fueron los primeros testigos y que despu¨¦s se hicieron servidores de la Palabra.
3 Despu¨¦s de haber investigado cui dadosamente todo desde el principio, tambi¨¦n a m¨ª me ha parecido bueno escribir un relato ordenado para ti, ilustre Te¨®filo.
4 De este modo podr¨¢s verificar la solidez de la catequesis que has recibido.
Un ¨¢ngel anuncia el nacimiento de Juan Bautista
5 Siendo Herodes rey de Judea, viv¨ªa all¨ª un sacerdote llamado Zacar¨ªas. Pertenec¨ªa al grupo sacerdotal de Ab¨ªas, y su esposa, llamada Isabel, era tambi¨¦n descendiente de una familia de sacerdotes.
6 Ambos eran personas muy cumplidoras a los ojos de Dios y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del Señor.
7 No ten¨ªan hijos, pues Isabel no pod¨ªa tener familia, y los dos eran ya de edad avanzada.
8 Mientras Zacar¨ªas y los otros sacerdotes de su grupo estaban oficiando ante el Señor,
9 le toc¨® a ¨¦l en suerte, seg¨²n las costumbres de los sacerdotes, entrar en el Santuario del Señor para ofrecer el incienso.
10 Cuando lleg¨® la hora del incienso, toda la gente estaba orando afuera, en los patios.
11 En esto se le apareci¨® un ¨¢ngel del Señor, de pie, al lado derecho del altar del incienso.
12 Zacar¨ªas se turb¨® al verlo y el temor se apoder¨® de ¨¦l.
13 Pero el ¨¢ngel le dijo: «No temas, Zacar¨ªas, porque tu oraci¨®n ha sido escuchada. Tu esposa Isabel te dar¨¢ un hijo y le pondr¨¢s por nombre Juan.
14 Ser¨¢ para ti un gozo muy grande, y muchos m¨¢s se alegrar¨¢n con su nacimiento,
15 porque este hijo tuyo ser¨¢ un gran servidor del Señor. No beber¨¢ vino ni licor, y estar¨¢ lleno del Esp¨ªritu Santo ya desde el seno de su madre.
16 Por medio de ¨¦l muchos hijos de Israel volver¨¢n al Señor, su Dios.
17 El mismo abrir¨¢ el camino al Señor con el esp¨ªritu y el poder del profeta El¨ªas, reconciliar¨¢ a padres e hijos y llevar¨¢ a los rebeldes a la sabidur¨ªa de los buenos. De este modo preparar¨¢ al Señor un pueblo bien dispuesto.»
18 Zacar¨ªas dijo al ¨¢ngel: «¿Qui¨¦n me lo puede asegurar? Yo ya soy viejo y mi esposa tambi¨¦n.»
19 El ¨¢ngel contest¨®: «Yo soy Gabriel, el que tiene entrada al consejo de Dios, y he sido enviado para hablar contigo y comunicarte esta buena noticia.
20 Mis palabras se cumplir¨¢n a su debido tiempo, pero t¨², por no haber cre¨ªdo, te vas a quedar mudo y no podr¨¢s hablar hasta el d¨ªa en que todo esto ocurra.»
21 El pueblo estaba esperando a Zacar¨ªas, y se extrañaban de que se demorase tanto en el Santuario.
22 Cuando finalmente sali¨®, no pod¨ªa hablarles, y comprendieron que hab¨ªa tenido alguna visi¨®n en el Santuario. Intentaba comunicarse por señas, pues permanec¨ªa mudo.
23 Al terminar el tiempo de su servicio, Zacar¨ªas regres¨® a su casa,
24 y poco despu¨¦s su esposa Isabel qued¨® embarazada. Durante cinco meses permaneci¨® retirada, pensando:
25 «¡Qu¨¦ no ha hecho por m¨ª el Señor! Es ahora cuando quiso liberarme de mi verg¨¹enza.»
La Anunciaci¨®n
26 Al sexto mes el ¨¢ngel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
27 a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado Jos¨¦, de la familia de David. La virgen se llamaba Mar¨ªa.
28 Lleg¨® el ¨¢ngel hasta ella y le dijo: «Al¨¦grate, llena de gracia, el Señor est¨¢ contigo.»
29 Mar¨ªa qued¨® muy conmovida al o¨ªr estas palabras, y se preguntaba qu¨¦ significar¨ªa tal saludo.
30 Pero el ¨¢ngel le dijo: «No temas, Mar¨ªa, porque has encontrado el favor de Dios.
31 Concebir¨¢s en tu seno y dar¨¢s a luz un hijo, al que pondr¨¢s el nombre de Jes¨²s.
32 Ser¨¢ grande y justamente ser¨¢ llamado Hijo del Alt¨ªsimo. El Señor Dios le dar¨¢ el trono de su antepasado David;
33 gobernar¨¢ por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminar¨¢ jam¨¢s.»
34 Mar¨ªa entonces dijo al ¨¢ngel: «¿C¨®mo puede ser eso, si yo soy virgen?»
35 Contest¨® el ¨¢ngel: «El Esp¨ªritu Santo descender¨¢ sobre ti y el poder del Alt¨ªsimo te cubrir¨¢ con su sombra; por eso el niño santo que nacer¨¢ de ti ser¨¢ llamado Hijo de Dios.
36 Tambi¨¦n tu parienta Isabel est¨¢ esperando un hijo en su vejez, y aunque no pod¨ªa tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo.
37 Para Dios, nada es imposible.»
38 Dijo Mar¨ªa: «Yo soy la servidora del Señor, h¨¢gase en m¨ª tal como has dicho.» Despu¨¦s la dej¨® el ¨¢ngel.
Mar¨ªa visita a su prima Isabel
39 Por entonces Mar¨ªa tom¨® su decisi¨®n y se fue, sin m¨¢s demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Jud¨¢.
40 Entr¨® en la casa de Zacar¨ªas y salud¨® a Isabel.
41 Al o¨ªr Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llen¨® del Esp¨ªritu Santo
42 y exclam¨® en alta voz: «¡Bendita t¨² eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
43 ¿C¨®mo he merecido yo que venga a m¨ª la madre de mi Señor?
44 Apenas lleg¨® tu saludo a mis o¨ªdos, el niño salt¨® de alegr¨ªa en mis entrañas.
45 ¡Dichosa t¨² por haber cre¨ªdo que se cumplir¨ªan las promesas del Señor!»
46 Mar¨ªa dijo entonces:
46 Proclama mi alma la grandeza del Señor,
47 y mi esp¨ªritu se alegra en Dios mi Salvador,
48 porque se fij¨® en su humilde esclava,
48 y desde ahora todas las generaciones me llamar¨¢n feliz.
49 El Poderoso ha hecho grandes cosas por m¨ª:
49 ¡Santo es su Nombre!
50 Muestra su misericordia siglo tras siglo
50 a todos aquellos que viven en su presencia.
51 Dio un golpe con todo su poder:
51 deshizo a los soberbios y sus planes.
52 Derrib¨® a los poderosos de sus tronos
52 y exalt¨® a los humildes.
53 Colm¨® de bienes a los hambrientos
53 y despidi¨® a los ricos con las manos vac¨ªas.
54 Socorri¨® a Israel, su siervo,
54 se acord¨® de su misericordia,
55 como lo hab¨ªa prometido a nuestros padres,
55 a Abraham y a sus descendientes para siempre.
56 Mar¨ªa se qued¨® unos tres meses con Isabel, y despu¨¦s volvi¨® a su casa.
Primeros pasos de Juan Bautista
57 Cuando le lleg¨® a Isabel su d¨ªa, dio a luz un hijo,
58 y sus vecinos y parientes se alegraron con ella al enterarse de la misericordia tan grande que el Señor le hab¨ªa mostrado.
59 Al octavo d¨ªa vinieron para cumplir con el niño el rito de la circuncisi¨®n,
60 y quer¨ªan ponerle por nombre Zacar¨ªas, por llamarse as¨ª su padre. Pero la madre dijo: «No, se llamar¨¢ Juan.»
61 Los otros dijeron: «Pero si no hay nadie en tu familia que se llame as¨ª.»
62 Preguntaron por señas al padre c¨®mo quer¨ªa que lo llamasen.
63 Zacar¨ªas pidi¨® una tablilla y escribi¨®: «Su nombre es Juan», por lo que todos se quedaron extrañados.
64 En ese mismo instante se le solt¨® la lengua y comenz¨® a alabar a Dios.
65 Un santo temor se apoder¨® del ve cindario, y estos acontecimientos se comentaban en toda la regi¨®n montañosa de Judea.
66 La gente que lo o¨ªa quedaba pensativa y dec¨ªa: «¿Qu¨¦ va a ser este niño?» Porque comprend¨ªan que la mano del Señor estaba con ¨¦l.
67 Su padre, Za ca r¨ªas, lleno del Esp¨ªritu Santo, empez¨® a recitar estos versos prof¨¦ticos:
68 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
68 porque ha visitado y redimido a su pueblo.
69 Ahora sale triunfante nuestra salvaci¨®n
69 en la casa de David, su siervo,
70 como lo hab¨ªa dicho desde tiempos antiguos
70 por boca de sus santos profetas:
71 que nos salvar¨ªa de nuestros enemigos
71 y de la mano de todos los que nos odian;
72 que nos mostrar¨ªa el amor que tiene a nuestros padres
72 y c¨®mo recuerda su santa alianza.
73 Pues jur¨® a nuestro padre Abraham
74 que nos librar¨ªa de nuestros enemigos
74 para que lo sirvamos sin temor,
75 justos y santos,
75 todos los d¨ªas de nuestra vida.
76 Y t¨², niño, ser¨¢s llamado Profeta del Alt¨ªsimo
76 porque ir¨¢s delante del Señor para prepararle sus caminos,
77 para decir a su pueblo lo que ser¨¢ su salvaci¨®n.
77 Pues van a recibir el perd¨®n de sus pecados,
78 obra de la misericordia de nuestro Dios,
78 cuando venga de lo alto para visitarnos
78 cual sol naciente,
79 iluminando a los que viven en tinieblas,
79 sentados en la sombra de la muerte,
79 y guiar nuestros pasos por un sendero de paz.
80 A medida que el niño iba creciendo, le vino la fuerza del Esp¨ªritu. Vivi¨® en lugares apartados hasta el d¨ªa en que se manifest¨® a Israel.

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Comentarios Evangelio seg¨²n Lucas, cap¨ªtulo 1
1,1

Lucas dedica su libro a Te¨®filo, un cristiano acomodado. Siguiendo la costumbre de la ¨¦poca, le entrega su manuscrito para que haga copiar varios ejemplares por su cuenta ya que a¨²n no exist¨ªa la imprenta. Tambi¨¦n a ¨¦l le dedicar¨¢ el libro de Los Hechos de los Ap¨®stoles.

Los acontecimientos que se han cumplido. Este verbo indica que ya se ha alcanzado el t¨¦rmino. A lo largo de toda la historia se esperaba algo m¨¢s grande o mejor, pero ahora ha llegado lo que m¨¢s importa: la buena nueva definitiva.

Lucas conoce personalmente a los primeros testigos del Evangelio y ha participado en las misiones de Pablo que posteriormente relatar¨¢ en los Hechos.
1,3

Despu¨¦s de haber investigado todo desde el principio. Los dos primeros cap¨ªtulos de este Evangelio nos hablan de la infancia de Jes¨²s, como lo hace tambi¨¦n el Evangelio de Mateo, pero el esp¨ªritu es totalmente diferente (v¨¦ase la nota de Mt 2,1). Lucas ha investigado los testimonios y utilizado un documento muy antiguo de las comunidades cristianas de Palestina.
1,4

La catequesis que has recibido. El griego dice: las cosas de las que has sido ¡°catequizado¡±; ese verbo que se deriva de la palabra ¡°eco¡± designa la enseñanza que el disc¨ªpulo es capaz de repetir como un eco de la palabra del maestro. El Evangelio nos transmite tradiciones ya escritas que eran el n¨²cleo de la catequesis. ¡Feliz ¨¦poca en la que las palabras del Evangelio eran las primeras que los bautizados aprend¨ªan de memoria!
1,5

Este Evangelio empieza en el Templo y termina en el Templo; todo transcurrir¨¢ en un ambiente estrictamente jud¨ªo. La obra de Dios comienza entre creyentes sencillos, hab¨ªa muchos en Israel, y a los que los salmos llamaban los ¡°pobres de Yahv¨¦¡±.

Siendo Herodes rey de Judea. Este Herodes, conocido como Herodes el Grande, era el padre del ¡°tetrarca¡± Herodes del que se habla en 3,1 y al que conoci¨® Jes¨²s (23,8). Su nombre recuerda un per¨ªodo dif¨ªcil.
1,5

Todo el relato que aqu¨ª comienza ha tomado el estilo y las im¨¢genes de la Biblia griega, aunque en ella muy poco se hablaba de la infancia. En aquella ¨¦poca los niños eran poco importantes; una palabra que se puede traducir por ¡°chiquiller¨ªa¡± designaba todo lo que pertenec¨ªa todav¨ªa al mundo de las mujeres. Sobre la niñez no exist¨ªa m¨¢s que la bella historia de Ana y de Samuel (1Sa 1-2). Se encontrar¨¢n varios rasgos de aquella historia en los 7 cuadros que siguen:

La anunciaci¨®n de Juan

La anunciaci¨®n de Jes¨²s

La visitaci¨®n

El nacimiento de Juan

El nacimiento de Jes¨²s

La presentaci¨®n

Jes¨²s en el Templo.

Hab¨ªa un cierto n¨²mero de familias sacerdotales, llamadas descendientes de Aar¨®n. Zaca-r¨ªas pertenec¨ªa a la clase de los sacerdotes ordinarios que ven¨ªan por turnos a servir en Jerusal¨¦n durante un mes. Fuera de esos per¨ªodos cultivaban sus campos o ejerc¨ªan oficios humildes. Respecto a los clanes de sacerdotes v¨¦ase 1Cr 24. Motivados por la Escritura y fortalecidos por la solidaridad de sus hermanos, los sacerdotes conformaban en el pueblo como una red m¨¢s interiorizada de la esperanza de Israel.
1,7

Isabel no pod¨ªa tener familia, al igual que Sara, Rebeca, Raquel, ilustres antepasadas del pueblo de Israel, y Ana, madre del profeta Samuel. Con esto se har¨ªan m¨¢s evidentes la bondad y el poder de Dios para con los humildes y despreciados (1Sam 1).
1,13

Zacar¨ªas hab¨ªa deseado un hijo, pero ya no lo esperaba. Por otra parte acababa de pedir en el Templo la salvaci¨®n que Dios hab¨ªa anunciado a su pueblo. Se le promete lo uno y lo otro.
1,15

No beber¨¢ vino. En Israel los hombres pod¨ªan consagrarse a Dios de esta manera: no se cortaban el pelo ni beb¨ªan bebidas alcoh¨®licas, y se apartaban del mundo por un tiempo (N¨²m 6). Eran llamados nazireos.

El hijo de Zacar¨ªas ser¨¢ un nazireo desde el seno de su madre y hasta el fin de su vida, como hab¨ªa sido el caso de Sans¨®n (Jue 13,3). Juan Bautista ser¨¢ un modelo de austeridad (Mc 1,6). Jes¨²s seguir¨¢ un camino diferente (Lc 7,33-34).

El ¨¢ngel indica a continuaci¨®n cu¨¢l ser¨¢ la misi¨®n de Juan, hijo de Zacar¨ªas. El pueblo estaba convencido de que el profeta El¨ªas, llevado al cielo en un carro de fuego (2Re 2,11), volver¨ªa a la tierra para preparar la venida del Dios salvador (Mal 4,23). En la realidad Juan Bautista no ser¨¢ una reencarnaci¨®n de El¨ªas sino un profeta a su imagen. ¡°Abrir¨¢ el camino al Señor¡±, como el heraldo que precede a su señor. Para Lucas el Señor es Jes¨²s.

Reconciliar a los padres... Se refiere a una sociedad en la que hay grandes tensiones entre las corrientes conservadoras y las de los que buscan caminos nuevos.

As¨ª comienza la Buena Nueva: en un rinc¨®n del mundo y con una pareja de ancianos que no ten¨ªan hijos, porque nada hay imposible para Dios.
1,26

El relato de esta segunda anunciaci¨®n contrapone la persona de Juan a la de Jes¨²s y la actitud de Zacar¨ªas a la de Mar¨ªa. Ambos relatos se complementan para destacar las dos grandes caracter¨ªsticas de Dios en la Biblia: la fidelidad y la gracia.

La falta de fe de Zacar¨ªas en ese momento no impide que haya sido un sacerdote fiel, y Dios, siempre fiel, quiso valerse de ¨¦l para coronar la larga espera de un pueblo que persever¨® en la oraci¨®n y en la observancia de la Ley. En cambio, en el llamado a Mar¨ªa nada se dice de su vida anterior, s¨®lo cae la palabra de Dios que la eligi¨® entre todas; la gracia de Dios la sit¨²a inmediatamente en un plano con el cual nadie jam¨¢s soñ¨®.

Lucas usa tres veces la palabra virgen. Al hacerlo retoma la profec¨ªa muy importante de Isa¨ªas 7,14 que cita en 1,31. A diferencia de la palabra hebrea que puede significar tanto una virgen como una joven madre, Lucas se bas¨® en la Biblia griega, que es muy precisa. Quiere que recaigan sobre Mar¨ªa las palabras de los profetas, que afirmaban que Dios ser¨ªa acogido por la virgen de Israel. Dios quer¨ªa encontrar a un pueblo que hubiese abandonado sus amos y sus ¨ªdolos para no ser m¨¢s que de ¨¦l.

Encontramos a menudo en la Biblia la imagen del matrimonio de Dios con su pueblo. Mar¨ªa es la Virgen y su Hijo ser¨¢ Dios-con nosotros, tal como se lee en Is 7,14. Esta virginidad es como una garant¨ªa de la alianza nueva que Dios pacta con la humanidad.

Jes¨²s es el Hijo, nacido de Dios en la eternidad; tambi¨¦n es en toda su persona el hijo de Mar¨ªa y el portador de su herencia humana, que desborda ampliamente el campo de la carne, de la sangre y de los cromosomas. Su concepci¨®n en Mar¨ªa es el fruto del acto de fe en el que Mar¨ªa se comprometi¨® por entero: ella era s¨®lo de Dios y nunca podr¨ªa ser de otro, sino s¨®lo suya.
1,27

Mar¨ªa ya est¨¢ comprometida con Jos¨¦, lo que, seg¨²n la ley jud¨ªa, le daba todos los derechos del matrimonio (Mt 1,20). Prometida a Jos¨¦, Mar¨ªa ya era suya, pero quedando bajo el techo paterno. A ra¨ªz del matrimonio Jos¨¦ ¡°la llevar¨ªa a su casa¡± (Mt 1,24) y depender¨ªa legalmente de ¨¦l.
1,28

Únicamente Mar¨ªa pod¨ªa comunicar a la Iglesia primitiva el secreto de la concepci¨®n de Jes¨²s. El Evangelio nos transmite las palabras y figuras b¨ªblicas que le permitieron expresar este encuentro con Dios.

Un ¨¢ngel ha sido enviado: esp¨ªritu enviado por Dios-Esp¨ªritu, reflejo de Dios, que en la aparici¨®n solamente muestra y dice lo que Dios est¨¢ realizando en el alma de Mar¨ªa. Lucas nos señala su nombre: Gabriel. Seg¨²n las tradiciones jud¨ªas era uno de los ¨¢ngeles de m¨¢s alto rango y tambi¨¦n era el que anunciaba los ¨²ltimos tiempos en Dn 8,16 y 9,21. Todo esto significa que para Mar¨ªa todo comenz¨® con la certeza de estar en el lugar y a la hora en que se decid¨ªa la suerte del mundo.

Al¨¦grate. Es la forma griega de saludo, pero tambi¨¦n es el llamado gozoso que los profetas dirig¨ªan a la ¡°hija de Si¨®n¡±, o sea, a la comunidad de los humildes que se manten¨ªan a la espera de la salvaci¨®n (So 3,14; Za 9,9).

Llena de gracia. El texto griego dice: la amada, la favorecida. Otros hab¨ªan sido amados, elegidos, pero aqu¨ª ese calificativo pasa a ser el nuevo nombre de Mar¨ªa. La traducci¨®n habitual ¡°llena de gracia¡± no es exacta en el sentido estricto, pero s¨ª vale teniendo en cuenta el contexto. Llamamos gracia lo que se origina en el Dios viviente pero que ha de germinar en la tierra (Is 45,8; Sal 85,11). Mar¨ªa es llena de gracia ya que Jes¨²s ha de nacer de ella como nace del Padre.
1,30

El ¨¢ngel revela a Mar¨ªa la identidad y la misi¨®n del hijo que va a concebir. Primero lo expresa con las im¨¢genes del Antiguo Testamento, inspir¨¢ndose en los anuncios de personajes famosos, despu¨¦s, cuando contesta a Mar¨ªa, declara el misterio de Dios Trinidad.
1,31

Concebir¨¢s en tu seno: v¨¦ase G¨¦n 16,1; Ex 3,11; Jue 6,11. Ya hablamos de la alusi¨®n a Isa¨ªas 7,14, que anunciaba al Emmanuel, es decir, al Dios con nosotros. Mar¨ªa lo llamar¨¢ Jes¨²s, que quiere decir Salvador.
1,32

El ¨¢ngel aplica a Jes¨²s la profec¨ªa de Nat¨¢n en 2Sam 7,9-16: ser¨¢ el Mes¨ªas, descendiente de David (v¨¦ase 1,27). En el centro de esa promesa se encuentra el anuncio de un reino de justicia y de paz, pero el ¨¢ngel s¨®lo señala la grandeza del Mes¨ªas, hijo de Dios: ser¨¢ grande, sin m¨¢s, y no grande ante Dios como se dice de Juan Bautista (1,15). Gobernar¨¢ al pueblo de Jacob, o sea, de Israel: v¨¦ase Is 7,16; 9,6; Mi 5,2.
1,34

El texto dice: ¡°C¨®mo puede ser esto si no conozco var¨®n¡±. Conocer tiene aqu¨ª el sentido de tener relaciones. Para Mar¨ªa las palabras del ¨¢ngel significan que va a concebir inmediatamente, y ah¨ª es cuando adquiere todo su sentido el t¨ªtulo de virgen que Lucas puso en el comienzo.

Se podr¨ªa preguntar sobre las relaciones mutuas de Mar¨ªa y de Jos¨¦, pero lo ¨²nico cierto es que ella concibi¨® en ese mismo momento por el Esp¨ªritu de Dios. Sin embargo ser¨ªa extraño que en tal relato Mar¨ªa no hubiese hecho alusi¨®n a Jos¨¦, si es que de un momento a otro deb¨ªan unirse, y tampoco el ¨¢ngel tuvo necesidad de nombrarlo para descartarlo.

Todo se vuelve m¨¢s transparente si se piensa que Mar¨ªa ya se hab¨ªa reservado para el Único. Tal decisi¨®n era muy extraña en la mentalidad jud¨ªa, pero no es menos cierto que el Evangelio se ha manifestado en todas las ¨¦pocas por decisiones nuevas y muy sorprendentes para los contempor¨¢neos.

Respecto de la virginidad de Mar¨ªa despu¨¦s de la concepci¨®n de Jes¨²s, cabe recordar que ¡°Mar¨ªa siempre virgen¡± es una afirmaci¨®n constante en la tradici¨®n cristiana, que no ha hecho m¨¢s que profundizar la Escritura. ¿C¨®mo podr¨ªa ser que despu¨¦s de haber sido amada en forma tan singular y visitada por Dios para que en ella se realizase su alianza definitiva con los hombres, Mar¨ªa volviera atr¨¢s hacia un amor humano y se diera a otro, aun cuando fuera Jos¨¦, un perfecto siervo de Dios?

Respecto a los ¡°hermanos de Jes¨²s¡±, v¨¦ase la nota en Mc 3,31.
1,35

El ¨¢ngel expresa la personalidad de Jes¨²s y lo sit¨²a dentro del misterio de Dios, como el Hijo ¨²nico de Dios. El Poder del Alt¨ªsimo es, como en Lc 24,49 otra forma de designar al Esp¨ªritu que es el ¡°Soplo¡±, portador de las energ¨ªas divinas.
1,38

La servidora del Señor. Mar¨ªa expresa su disponibilidad. De ella nacer¨¢ quien es a la vez el ¡°siervo¡± anunciado por los profetas (Is 42,1; 50,1; 52,13) y el Hijo (Heb 1).

La palabra ¡°servidora¡± podr¨ªa confundir a quienes consideran que Dios utiliza, m¨¢s bien que ama, a sus servidores. Dios no buscaba una sierva que solamente diera a su Hijo un cuerpo humano: esa sierva ser¨ªa madre plenamente del que concibi¨® en un acto de fe.

A trav¨¦s de la historia los juicios eternos de Dios se han realizado gracias a la libre respuesta de aquellos a los que llam¨®. Aqu¨ª, al entrar ¨¦l mismo en la familia humana, a Mar¨ªa le corresponde acogerlo en nombre de la humanidad entera. La ¡°madre del Señor¡± es la primera amada y sobre ella desciende el Esp¨ªritu en los albores de una obra de gracia en que todo proceder¨¢ del amor de Dios.
1,39

Tom¨® su decisi¨®n y se fue: es el sentido de la f¨®rmula hebrea ¡°se levant¨® y se fue¡±. Mar¨ªa obedece a una intuici¨®n prof¨¦tica.

Parti¨® para una misi¨®n, pero tambi¨¦n esperaba algo. Como es regla para cualquier revelaci¨®n recibida en privado, necesitaba que otra persona le confirmara lo que ella misma hab¨ªa entendido. La palabra de Isabel a Mar¨ªa es la respuesta y Mar¨ªa recibe el t¨ªtulo de ¡°madre del Señor¡±.

Juan Bautista no es olvidado. Mar¨ªa se ha convertido en el templo de Dios y comunica el Esp¨ªritu de Dios que es el Esp¨ªritu de Jes¨²s. En ese momento se cumplen en Juan Bautista las palabras de Jer 1,5. Lo mismo ocurrir¨¢ con Pablo y con todos aquellos que han recibido de Dios m¨¢s que lo que han recibido de sus padres.

¡Dichosa por haber cre¨ªdo!, porque esta fe era la ¨²nica cosa que pod¨ªa ofrecer a Dios y val¨ªa para ¨¦l m¨¢s que el mundo entero.
1,46

En el pueblo jud¨ªo, aunque era el m¨¢s alfabetizado del imperio romano, la cultura segu¨ªa siendo esencialmente oral. Todo acontecimiento familiar o local era traducido inmediatamente en prosa r¨ªtmica, seg¨²n normas que permit¨ªan memorizarlo.

No se conceb¨ªa un nacimiento, un deceso, sin tal recitaci¨®n, y quienes se encargaban de ello eran habitualmente las mujeres. Es en esa ¡°literatura oral¡± donde aprend¨ªan y encontraban las sentencias de la Escritura. Cuando esas recitaciones estaban bien compuestas, los testigos y los vecinos las reten¨ªan y as¨ª pod¨ªan permanecer vivas por muchos años.

Mar¨ªa no esper¨® estar en casa de Zacar¨ªas para improvisar el Magn¨ªficat. Se hab¨ªa dicho a s¨ª misma y hab¨ªa dicho al hijo que llevaba en su seno cu¨¢l ser¨ªa su nombre y c¨®mo lo merecer¨ªa. Lucas recibi¨® el canto de la comunidad cristiana y dej¨® en aquel texto de Mar¨ªa lo que ten¨ªa de fresco, de primaveral... y de jud¨ªo.

Ante todo est¨¢ la acci¨®n de gracias, que ser¨¢ ca racter¨ªstica de los tiempos del Evangelio, el alma de nuestras ¡°eucarist¨ªas¡±. Mar¨ªa se ve en el centro de la obra divina, y tambi¨¦n se ve co mo un ejemplo de la manera divina de guiar al mundo. Anuncia una revoluci¨®n ya em pe zada con la venida del Salvador, que con tinuar¨¢ a lo largo de la historia: v¨¦ase Lc 6,20.

El c¨¢ntico no olvida en absoluto la ex pec taci¨®n del pueblo de Israel, que clamaba para que se tomaran en cuenta a los pobres; hasta el fin del mundo ser¨¢ ¨¦sta una de las l¨ªneas directrices del esfuerzo humano. Afirma sin embargo que desde ya lo m¨¢s caracter¨ªstico de las intervenciones de Dios ser¨¢ que mira al que no tiene nada y que no es nada.
1,53

Toda la infancia de Jes¨²s transcurri¨® en una provincia cuyas riquezas eran saqueadas por el opresor romano y por los grandes pro pietarios, que generalmente viv¨ªan en el ex tranjero. En ese mundo no se viv¨ªa, sino que se so breviv¨ªa, ayud¨¢ndose los pobres entre s¨ª, y nadie ten¨ªa asegurado el mañana.

Los ricos en cambio eran globalmente c¨ªnicos y negociantes que hab¨ªan renegado de la esperanza de Israel.

Dios cumpli¨® sus promesas, todas sus promesas: ¡ya est¨¢ hecho! Pero no hay que dejarse engañar por las palabras; se sabe que, incluso con el Mes¨ªas, habr¨¢ todav¨ªa una larga historia: todas las generaciones...
1,57

El rito de la circuncisi¨®n integraba a los varones en la comunidad religiosa (G¨¦n 17).
1,80

Juan Bautista se manifestar¨¢ en la regi¨®n de Jud¨¢ cercana a Jeric¨® (3,2).