Salmos (Sal) Capítulo 139
Dios lo sabe todo.—Oración llena de admiración frente a la sabiduría de Dios; «todo está descubierto y abierto a la vista de aquel a quien tenemos que rendir cuentas» (Hebreos 4,13).
1 Señor, tú me examinas y conoces,
2 sabes si me siento o me levanto,
2 tú conoces de lejos lo que pienso.
3 Ya esté caminando o en la cama me escudriñas,
3 eres testigo de todos mis pasos.
4 Aún no está en mi lengua la palabra
4 cuando ya tú, Señor, la conoces entera.
5 Me aprietas por detrás y por delante
5 y colocas tu mano sobre mí.
6 Me supera ese prodigio de saber,
6 son alturas que no puedo alcanzar.
7 ¿A dónde iré lejos de tu espíritu,
7 a dónde huiré lejos de tu rostro?
8 Si escalo los cielos, tú allí estás,
8 si me acuesto entre los muertos,
8 allí también estás.
9 Si le pido las alas a la aurora
9 para irme a la otra orilla del mar,
10 también allá tu mano me conduce
10 y me tiene tomado tu derecha.
11 Si digo entonces:
11 «¡Que me oculten, al menos, las tinieblas
11 y la luz se haga noche sobre mí!»
12 Mas para ti no son oscuras las tinieblas
12 y la noche es luminosa como el día.
13 Pues eres tú quien formó mis riñones,
13 quien me tejió en el seno de mi madre.
14 Te doy gracias por tantas maravillas,
14 admirables son tus obras
14 y mi alma bien lo sabe.
15 Mis huesos no te estaban ocultos
15 cuando yo era formado en el secreto,
15 o bordado en lo profundo de la tierra.
16 Tus ojos veían todos mis días,
16 todos ya estaban escritos en tu libro
16 y contados antes que existiera uno de ellos.
17 ¡Tus pensamientos, Dios, cuanto me superan,
17 qué impresionante es su conjunto!
18 ¿Pormenorizarlos? Son más que las arenas,
18 nunca terminaré de estar contigo.
19 ¡Ojalá, oh Dios, mataras al malvado
19 y se alejaran de mí los sanguinarios;
20 arman maquinaciones en tu contra
20 y no toman en cuenta tus declaraciones!
21 Señor, ¿no debo odiar a los que te odian
21 y estar hastiado de los que te atacan?
22 Con un odio perfecto yo los odio
22 y para mí también son enemigos.
23 Examíname, oh Dios, mira mi corazón,
23 ponme a prueba y conoce mi inquietud;
24 fíjate si es que voy por mal camino
24 y condúceme por la antigua senda.