1 Del maestro de coro. Sobre ¡°la cierva de la aurora¡±. Salmo. De David.
Oraci¨®n de Cristo en la Cruz.¡ªLa lectura de este salmo nos hace pensar en el paso de la noche a la mañana. La primera parte es sombr¨ªa, tenebrosa; la segunda es como el despertar del sol que inunda el campo, devuelve las cosas a la vida y la alegr¨ªa al coraz¨®n del hombre. El tema de este salmo es, en efecto, el de un perseguido, que al llegar al borde del abismo, encuentra de nuevo la seguridad y la confianza.
2 Dios m¨ªo, Dios m¨ªo, ¿por qu¨¦ me abandonaste? ¡Las palabras que lanzo no me salvan!
3 Mi Dios, de d¨ªa llamo y no me atiendes, de noche, mas no encuentro mi reposo.
4 T¨², sin embargo, est¨¢s en el Santuario, de all¨ª sube hasta ti la alabanza de Israel.
5 En ti nuestros padres esperaron, esperaban y t¨² los liberabas.
6 A ti clamaban y quedaban libres, su espera puesta en ti no fue fallida.
7 Mas yo soy un gusano y ya no un hombre; los hombres de m¨ª tienen verg¨¹enza y el pueblo me desprecia.
8 Todos los que me ven, de m¨ª se burlan, hacen muecas y mueven la cabeza:
9 «¡Conf¨ªa en el Señor, pues que lo libre, que lo salve si le tiene aprecio!»
10 Me has sacado del vientre de mi madre, me has confiado a sus pechos maternales.
11 Me entregaron a ti apenas nacido; t¨² eres mi Dios desde el seno materno.
12 No te alejes de m¨ª, que la angustia est¨¢ cerca, y no hay nadie que pueda ayudarme.
13 Me rodean novillos numerosos y me cercan los toros de Bas¨¢n.
14 Amenaz¨¢ndome abren sus hocicos como leones que desgarran y rugen.
15 Yo soy como el arroyo que se escurre; todos mis huesos se han descoyuntado; mi coraz¨®n se ha vuelto como cera, dentro mis entrañas se derriten.
16 Mi garganta est¨¢ seca como teja, y al paladar mi lengua est¨¢ pegada: ya est¨¢n para echarme a la sepultura.
17 Como perros de presa me rodean, me acorrala una banda de malvados. Han lastimado mis manos y mis pies.
18 Con tanto mirarme y observarme pudieron contar todos mis huesos.
19 Reparten entre s¨ª mis vestiduras y mi t¨²nica la tiran a la suerte.
20 Pero t¨², Señor, no te quedes lejos; ¡fuerza m¨ªa, corre a socorrerme!
21 Libra t¨² de la espada mi alma, de las garras del can salva mi vida.
22 S¨¢lvame de la boca del le¨®n, y de los cuernos del toro lo poco que soy.
23 Yo hablar¨¦ de tu Nombre a mis hermanos, te alabar¨¦ tambi¨¦n en la asamblea.
24 Alaben al Señor sus servidores, todo el linaje de Jacob lo aclame, toda la raza de Israel lo tema;
25 porque no ha despreciado ni ha desdeñado al pobre en su miseria, no le ha vuelto la cara y a sus invocaciones le hizo caso.
26 Para ti mi alabanza en la asamblea, mis votos cumplir¨¦ ante su vista.
27 Los pobres comer¨¢n hasta saciarse, alabar¨¢n a Dios los que lo buscan: ¡vivan sus corazones para siempre!
28 De Dios se acordar¨¢ toda la tierra y a ¨¦l se volver¨¢; todos los pueblos, razas y naciones ante ¨¦l se postrar¨¢n.
29 ¡Rey es Dios, Señor de las naciones! Todo mortal honor le rendir¨¢,
30 se agachar¨¢n al verlo los que al sepulcro van.
30 Para Dios ser¨¢ s¨®lo mi existencia.
31 Lo servir¨¢n mis hijos, hablar¨¢n del Señor a los que vengan,
32 al pueblo que va a nacer: Que es justo, les dir¨¢n. Tal es su obra.