Joel Cap¨ªtulo 3
Yo derramar¨¦ mi Esp¨ªritu
1 «Esto es lo que ha de suceder despu¨¦s:
1 Yo derramar¨¦ mi Esp¨ªritu sobre cualquier mortal.
1 Tus hijos y tus hijas profetizar¨¢n,
1 los ancianos tendr¨¢n sueños
1 y los j¨®venes ver¨¢n visiones.
2 Hasta sobre los siervos y las sirvientas
2 derramar¨¦ mi Esp¨ªritu en aquellos d¨ªas.
3 Dar¨¦ a ver señales en el cielo,
3 y en la tierra habr¨¢ sangre, fuego y nubes de humo.
4 El sol se cambiar¨¢ en tinieblas
4 y la luna en sangre
4 cuando se acerque el d¨ªa de Yav¨¦,
4 d¨ªa grande y terrible.
5 Entonces ser¨¢n salvados
5 todos aquellos que invoquen el Nombre de Yav¨¦.
5 Pues unos se salvar¨¢n en el cerro Si¨®n,
5 habr¨¢ sobrevivientes en Jerusal¨¦n,
5 como lo ha dicho Yav¨¦;
5 all¨ª estar¨¢n los que llame Yav¨¦.

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Comentarios Joel, cap¨ªtulo 3
3,1

Joel anuncia el d¨ªa de Yav¨¦ (4), t¨¦rmino que indica a la vez: venida de Dios, juicio y salvaci¨®n de los elegidos.

Derramar¨¦ mi Esp¨ªritu sobre cualquier mortal. Ya en los tiempos del Antiguo Testamento Dios comunicaba su Esp¨ªritu a los profetas y a los salvadores (ver Is 11,1 y Jue 11,1). Pero aqu¨ª se da como un signo decisivo el que el Esp¨ªritu se comunique a los creyentes de toda condici¨®n. Tendr¨¢n sueños y visiones. En aquellos tiempos lejanos, ¨¦stos eran medios comunes de la comunicaci¨®n prof¨¦tica. Con estas palabras, Joel anuncia lo mismo que Isa¨ªas cuando dice: «Todos tus hijos ser¨¢n enseñados por Dios» (Is 54,13 y Jer 31,31).

Dar¨¦ a ver señales en el cielo (3). La ola de profetismo acompañar¨¢ señales de toda clase indicando una crisis grave en el mundo. La figura del sol cambiado en tinieblas expresa a la vez desorden en la naturaleza y situaciones imposibles en la vida de la humanidad.

Entonces ser¨¢n salvados (5). Este ser¨¢ un momento en que los hombres no podr¨¢n sustraerse a una opci¨®n decisiva: aferrarse a su anterior modo de vivir o invocar el Nombre de Yav¨¦, lo que equivale a entregarle su vida y sus esperanzas, confiando en su poderosa intervenci¨®n.

Estos tres elementos parece que estuvieron reunidos para el pueblo jud¨ªo en los años que siguieron a la resurrecci¨®n de Jes¨²s, antes de que fuera destruida su naci¨®n. Por eso Pedro cita este texto el d¨ªa de Pentecost¨¦s (He 2,17). En este fin del siglo XX, lo mismo podr¨ªa estarse verificando una vez m¨¢s a escala mundial.

Para Pedro, en Pentecost¨¦s, el Nombre del Señor (aqu¨ª es el de Yav¨¦ Dios), no es otro que el de Jes¨²s.