Salmos (Sal) Cap¨ªtulo 32
Alivio del que confes¨® su pecado.¡ªEl pecado escondido hace estragos en nuestra conciencia. La confesi¨®n es ya una liberaci¨®n. M¨¢s a¨²n la que se hace en la Iglesia, recibiendo un signo sensible de este perd¨®n.
1 Dichoso el que es absuelto de pecado
1 y cuya culpa le ha sido borrada.
2 Dichoso el hombre aquel
2 a quien Dios no le nota culpa alguna
2 y en cuyo esp¨ªritu no se halla engaño.
3 Hasta que no lo confesaba,
3 se consum¨ªan mis huesos,
3 gimiendo todo el d¨ªa.
4 Tu mano d¨ªa y noche pesaba sobre m¨ª,
4 mi coraz¨®n se transform¨® en rastrojo
4 en pleno calor del verano.
5 Te confes¨¦ mi pecado,
5 no te escond¨ª mi culpa.
5 Yo dije:» Ante el Señor confesar¨¦ mi falta».
5 Y t¨², tu perdonaste mi pecado,
5 condonaste mi deuda.
6 Por eso el var¨®n santo te suplica
6 en la hora de la angustia.
6 Aunque las grandes aguas se desbordasen,
6 no lo podr¨¢n alcanzar.
7 T¨² eres un refugio para m¨ª,
7 me guardas en la prueba,
7 y me envuelves con tu salvaci¨®n.
8 «Yo te voy a instruir, te enseñar¨¦ el camino,
8 te cuidar¨¦, ser¨¦ tu consejero.
9 No sean como el caballo o como el burro
9 faltos de inteligencia,
9 cuyo ¨ªmpetu dominas
9 con la rienda y el freno.»
10 Muchos son los dolores del imp¨ªo,
10 pero al que conf¨ªa en el Señor
10 lo envolver¨¢ la gracia.
11 Buenos, est¨¦n contentos en el Señor,
11 y r¨ªanse de gusto;
11 todos los de recto coraz¨®n, canten alegres.
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